Una lástima los recientes juicios políticos. Era una oportunidad para que la oposición mostrara que no iba a caer en esa miserable práctica revanchista. Práctica que tanto contribuye al peligroso desprestigio de los políticos. Cómo serán de malos, piensa la gente, si se enjuician entre ellos. En el caso de Giorgio Jackson, era una oportunidad para mostrar superioridad moral ante quien apoyó 11 juicios políticos cuando estaba en la oposición. Aunque mejor no hablar demasiado de superioridad moral.
A mí me despierta recelo cualquiera que se la atribuye. De inmediato lo imagino hipócrita. Además, pienso, la gente que se cree buena se convence que tiene fuero para hacer lo que quiera. Por tanto, me sumo a la reacción adversa que tuvo una mayoría de chilenos cuando Jackson le atribuyó superioridad moral al Frente Amplio.
Porque ¿qué es “moral” en política?
Tener buenas intenciones es un buen comienzo, sin duda, y me puedo imaginar -si bien no todos estarán de acuerdo- que sí las tenían en el Frente Amplio en sus orígenes. Pero sabemos que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, así que más de un comienzo no lo es.
En política, si se va a aspirar a un cargo público, lo moral es algo mucho más complejo: es armarse de capacidad y de conocimientos para ejercerlo. Sin éstos, las buenas intenciones o no sirven, o son dañinas, porque levantan expectativas que después no se pueden cumplir.
Antes de aceptar un cargo -para qué hablar de si es un cargo público- hay que hacerse la pregunta: ¿me la voy a poder o no? ¡Cuántas veces en la vida nos decimos más bien que no! Es algo que a muchos personeros del gobierno parece que no se les ocurrió. Por soberbia. O porque creyeron que su retórica buenista compensaba su falta de experiencia, de conocimientos, y de capacidad de gestión.
Es eso una falla moral gravísima, porque en un cargo público se está jugando con la vida de todos los ciudadanos de un país, para qué hablar si a éstos se les está sometiendo a experimentos.
Peor si la soberbia los lleva a creer que el mundo comienza con ellos, como cuando se dijo “es la primera vez que las mujeres podemos votar en un Plebiscito nacional”. Ese arrogante desprecio por el pasado hace que se desperdicie el trabajo hecho por gobiernos anteriores: enorme destrucción de valor que nos perjudica a todos.
Otro caso de soberbia: hacerle pomposas críticas morales al gobierno de un país vecino, y hacerlas en presencia de su canciller, humillándola frente a los jefes de gobierno de la región. Como dijo Michael Reid del Economist, el Presidente tendría que haberle pedido también “a la extrema izquierda peruana, que incluye Sendero Luminoso”, que dejaran de “atentar contra la democracia, la policía y los edificios públicos”.
Lamentablemente el famoso audio de esta semana demuestra que temas de alta estrategia internacional son actualmente analizados con la más frívola liviandad. Qué pena da ese audio, en que una camarilla de amigotes subvierte el prestigio de la cancillería, en mi experiencia un reducto sobrio, sensato y ejemplarmente profesional del estado chileno.
Por cierto, es difícil que un gobierno de amigotes sea muy moral. La moralidad, como también la eficiencia, se preserva mejor en grupos diversos, donde hay miradas distintas, y por tanto crítica y discrepancia.
Por algo se les está pidiendo más diversidad a los directorios de las empresas. En eso ha habido mejoras desde que se le dio más poder al Socialismo Democrático, pero no hay que cantar victoria tras haber oído ese audio, cuyo desenlace, como el de los indultos, es uno al que ya estamos acostumbrados: se centra la culpa en una mujer, a quien se le pide la renuncia.
Hay otros temas de dudosa moralidad. Haber justificado la violencia en el estallido, haberse beneficiado de ella. Pretender que se está librando una guerra sin cuartel contra la delincuencia indultando a delincuentes.
Pretender que se está rechazando un proyecto como Dominga por razones técnicas, cuando el rechazo es flagrantemente político. Decir una cosa para ganar elecciones, y otra para gobernar. Jackson dijo “estamos abordando los temas con menos eufemismo, con más franqueza” que la Concertación o Nueva Mayoría. Tendría que haber agregado que con franqueza cambiante.
En fin, la superioridad moral es muy escasa, si es que existe.
El Presidente se refiere a veces a la importancia de la duda. Eso habla bien de él. Pero después le vienen los arrebatos de soberbia. Ojalá parta el segundo año con más duda que soberbia.
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