El lunes a la medianoche culmina el plazo para que se inscriban las candidaturas de las personas que aspiran a elegirse 90 días después como alcaldes, gobernadores regionales, concejales y consejeros de los 16 gobiernos regionales. Seguramente amanecerán inscritas más de 14 mil personas que pondrán en juego sus ideas, trayectorias, perfiles y credibilidades ante la ciudadanía para buscar adhesión que les permita elegirse en los cargos a los que aspiren.
Tuve la ocasión -también el deber- de participar y conducir procesos de negociación e inscripción ante el Servel, en una época en que los procedimientos eran completamente manuales, al punto que las negociaciones concluían frecuentemente dentro de las oficinas del Servicio Electoral, bajo la mirada atenta y amable de su director histórico, Juan Ignacio García.
En una ocasión estuvimos 36 horas ininterrumpidas en el interior del local de Esmeralda acompañados del director esperando el término de la negociación y el arribo de los documentos requeridos de los candidatos resueltos en la hora nona. Ahora se trata simplemente -esa no es la palabra adecuada- de apretar el botón Enviar en el teclado del computador luego de subir los nombres y la documentación de todas las candidaturas concordadas.
Como en la elección de 2021, habrá seguramente una cantidad muy significativa de candidatos independientes fuera de pacto. Hubo entonces 525 candidaturas independientes a alcalde y 103 ganaron. En la página web del Servel, donde ahora se registran los patrocinios a esas candidaturas, había más de 1.800 personas buscando apoyos para presentarse como candidatos a alguna de las 345 alcaldías y más de 400 para inscribirse como aspirantes a las 16 gobernaciones regionales.
Son muy pocos los independientes buscando patrocinios para la elección de concejales y cores, porque allí compiten en desventaja con los partidos y alianzas, cuyos candidatos suman sus votos a la hora de determinar quiénes resultan electos, a diferencia de las elecciones uninominales (alcalde y gobernador), en las que todos los candidatos compiten en igualdad de condiciones. Además, hay espacio en las más de diez listas nacionales a concejales y cores para los líderes locales que tienen alguna potencialidad electoral.
La coalición de gobierno extendida a la Democracia Cristiana, completó su negociación de candidaturas a alcalde con bastante anticipación, ratificando como candidatos a todos los que ejercen hoy día ese rol, organizando un puñado de primarias legales y distribuyendo el resto de los cupos a través de la negociación. Por supuesto, no hay que extrañarse si se producen cambios y ajustes de última hora en la conformación de la lista oficialista, sea por razones judiciales, políticas o de elegibilidad.
Faltando sólo tres días, no se avizora una situación similar en la elección de gobernadores, donde probablemente el acuerdo sea incompleto, con candidaturas únicas en algunas regiones y competencia en otras. En todo caso, en esta elección la fragmentación no es de vida o muerte como en la elección de alcalde, pues la unidad es posible en la segunda vuelta. Recordemos que en 2021 sólo 2 de las 16 regiones eligieron gobernador en la primera vuelta.
La oposición parece más lejos de un acuerdo que les permita candidaturas únicas. Ya decidieron que no habrá una sola lista de candidaturas a alcalde y no se sabe aún cuán extendido será el pacto por omisión que está intentando concretar Chile Vamos con Republicanos, Demócratas-Amarillos, Conservadores Cristianos y el PDG.
Los partidos hasta ahora hegemónicos de la derecha no han asumido aún que deben compartir liderazgo de igual a igual con Republicanos, que sin duda se convertirá en el partido político con mayor votación en octubre próximo, muy por encima de RN y la UDI, pudiendo incluso superar el porcentaje de votos del conjunto de la coalición derechista histórica. Será difícil un acuerdo completo porque el objetivo de Republicanos es consolidarse como fuerza política señalando su crecimiento, mucho más que el triunfo de la oposición sobre el gobierno.
Ambos sectores, tanto oficialismo como oposición, están expuestos al mismo problema de fragmentación de su votación como consecuencia de cientos de candidaturas independientes que se reclamarán de uno u otro sector. En realidad, el resultado global dependerá en buena medida de qué bloque consigue enfrentar la elección de alcalde con mayor unidad y menor dispersión electoral. Aquí deberemos orientar la mirada el martes por la mañana para visualizar el resultado posible del 27 de octubre próximo.
Como se sabe, la elección de alcalde es, en buena medida, un plebiscito a la gestión del alcalde en ejercicio cuando éste va a la reelección, como ocurre en la gran mayoría de las comunas. Es muy probable que buena parte de los ediles pierda el plebiscito siendo reprobado por la mayoría ciudadana, pero gane la elección porque el rechazo se distribuya entre dos o más candidaturas alternativas. Esto beneficiaría al oficialismo, por supuesto, que gobierna más del doble de comunas que la oposición.
Por lo anterior, aunque es inevitable el avance de la oposición dado el paupérrimo resultado que tuvo en 2021, el oficialismo, a pesar de la debilidad del apoyo al gobierno, tiene opción real de obtener mayor número de alcaldes y gobernar una proporción mayor de chilenos los próximos 4 años.
La elección de gobernadores, en cambio, se presenta más difícil para el oficialismo, porque la existencia de segunda vuelta refuerza la dimensión de plebiscito al gobierno nacional, porque en la mayoría de las regiones la votación del 24 de noviembre enfrentará una candidatura de la oposición a otra del gobierno. Además, se trata de figuras políticas menos consolidadas, con clientelas frágiles en territorios más extensos, de manera que, a diferencia de la elección de alcalde, el voto tiende a estar más determinado por el posicionamiento político que por las características personales de las candidaturas.
La elección de concejales y cores es la más invisible para los medios de comunicación, pero la más relevante para los partidos, porque es aquí donde se mide la adhesión propia. El número y porcentaje de votos obtenidos en la urna de concejales y cores acompañará a cada partido por los próximos 4 años, ése será su tamaño político a considerar al momento de las siguientes elecciones parlamentarias, conformación del gobierno e incluso la consideración de su espacio mediático.
Los partidos que concurren solos a la elección de concejales y cores están este fin de semana afanados completando sus nóminas (Republicanos, radicales, el nuevo Partido Social Cristiano, el PDG), pues deben completar 2.152 cupos, mientras aquellos partidos que participarán con otros en alguna lista (PS-DC-PPD, UDI-Evópoli, Demócratas-Amarillos, FA-PC, entre otros), deben estar trasnochando para terminar la negociación que establece cuántas candidaturas lleva cada partido en cada una de las comunas del país.
Todo esto profundiza la incertidumbre inédita de esta elección municipal y regional, que está dada por la posibilidad cierta de un incremento muy significativo de la votación. Si habitualmente participaban válidamente entre 5 y 6 millones de personas a la hora de elegir alcaldes, la consagración del voto obligatorio acompañado de una sanción pecuniaria, por reducida que sea, permite proyectar una participación efectiva de a lo menos 10 millones de electores, trascendiendo con mucho las clientelas habituales de los liderazgos comunales y regionales.
Esto cambia de manera radical el enfoque de las campañas, que hasta ahora estaban orientadas a movilizar a las urnas a la clientela propia, la que adhería o se identificaba con la candidatura, el partido y el sector político.
La campaña que se inicia consiste fundamentalmente en conquistar a electores que, no teniendo adscripción ni a un sector político ni a una candidatura determinada, van a concurrir a votar, y lo van a hacer no desde un marco ideológico ni político, sino desde donde les aprieta el zapato, desde las preocupaciones que los aquejan. Votará, muy probablemente, por aquellas candidaturas cuyo discurso y propuestas mejor sintonicen con sus prioridades y tengan mayor credibilidad en su convicción y capacidad para encararlas.
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