Realismo
Con la campaña electoral en el retrovisor, y el bienestar del país en las manos, a Gabriel Boric no le quedará otra que ser realista. Tendrá que dejar mucho de la retórica política que lo ayudó a ser elegido atrás, y adoptar una posición política más pragmática y práctica para enfrentar lo que viene. Pues, qué duda cabe que la relación entre un presidente y los ciudadanos es muy diferente a la de un candidato con sus votantes.
Para gobernar se necesita flexibilidad. Se necesita estar dispuesto a hacer lo que se pueda para resolver lo que se necesite. Los principios son importantes, pero más importante es saber responder con premura y certeza. Y aunque suene obvio, una vez en el poder no es tan evidente. No son pocos los presidentes que han caído por resistirse a resolver problemas usando mecanismos incongruentes con sus ideas.
“Los presidentes son exitosos cuando se adaptan a las circunstancias” es una regla que no será diferente para Boric. Si quiere encontrar éxito, deberá ser práctico y flexible. En particular en su trato con la oposición. Pues es allí donde se darán las escaramuzas más importantes. Adoptar el mismo trato que tuvo su sector político con el presidente saliente solo conduciría a una guerra de trincheras tendiente al statu-quo.
Las dos rutas
Hay algo de evidencia de que Boric entiende la importancia de lo anterior. Lo que ocurrió en la elección presidencial lo ilustra elocuentemente. Luego de presentarse en la primera vuelta como un candidato de izquierda dura, y recibir apenas un cuarto de los votos, se vio en la obligación de girar hacia el centro para capturar la atención de los moderados de cara a la segunda vuelta. No escatimó en ser práctico para ganar la elección.
La duda es si podrá hacerlo también desde el gobierno. Tiene dos opciones. Una, es retomar la postura de izquierda que le llevó a perder la primera vuelta, pero le permitió fidelizar a su base de apoyo, y la otra, es mantenerse en las coordenadas que le permitieron ganar en la segunda vuelta, pero que alienó a mucho del establishment de la izquierda. Una decisión con costos inversamente proporcionales a los beneficios.
Cuando los gobiernos de la Concertación se vieron enfrentados al mismo dilema, escogieron la segunda ruta, pues, argumentaron, garantizaba resolver más problemas para más personas. El problema son los costos políticos. Hoy, y desde hace algunos años, los gobiernos de la Concertación son tratados prácticamente como traidores del pueblo. Un discurso, irónicamente, pedaleado por una parte importante de la primera línea del gobierno recién asumido.
El rol de Jackson
La ruta que escoja Boric será decisiva para el éxito de su legado y el país. Y una de las formas de entender su compromiso con la ruta escogida será visible en la relación que tenga con el Congreso. Pues, todo, o casi todo, lo relevante que resulte del gobierno actual dependerá de Valparaíso. Es difícil imaginar un escenario en que el gobierno pueda ser catalogado como exitoso sin haber pasado ninguna reforma importante.
En eso, el puente entre La Moneda y el Congreso será clave. En particular, de lo que pueda conseguir Giorgio Jackson con el Senado, una cámara dividida en dos, con 25 senadores de oposición y 25 senadores de gobierno. Cómo y cuándo se destraben negociaciones estará en las manos del nuevo ministro de la Segpres. Si la oposición actúa en bloque en el Senado, será en principio, por la falta de muñeca política.
Ahora bien, el exdiputado, no solo estará a cargo de definir objetivos y prioridades legislativas, sino que también de diseñar e implementar la estrategia más amplia de La Moneda. No tiene sentido ir a negociar acuerdos a Valparaíso si el resto del gobierno actuará a contrapelo. Y no tiene sentido ir a contrapelo si conduce al fracaso. Por tanto, muchos de los límites de lo viable serán definidos directamente desde la cartera de Jackson.
La versatilidad es clave
En corto, el objetivo de Jackson será potenciar el progreso del gobierno. Para eso, tendrá que negociar con el Congreso, por una parte, y definir los términos de lo cedible, por otra. En ese marco, estará a cargo de la estrategia general bajo la cual avance el gobierno. Su tasa de éxito dependerá de su versatilidad y disposición. Si adopta la postura cerrada que tuvo con el gobierno saliente, difícilmente podrá conseguir resultados materiales.
Tal como hay evidencia de que Boric está dispuesto a moderar su posición, también hay evidencia de que Jackson está dispuesto a abrir espacios poco explorados. Por ejemplo, la inclusión de la UDI a la mesa del Senado, vía el Partido Socialista, ya es un tremendo paso hacia un entendimiento que sirva de andamio para colaborar oportunamente con la oposición cuando se necesiten sus votos.
Para avanzar hay que ceder. Pero ceder viene con costos. Dentro de la oposición Jackson también encontrará resistencia. En particular, desde sectores vinculados a la ex Concertación, que saben que mientras más apoyan al gobierno, menos posibilidades tendrán de volver al poder. El senador socialista Alfonso de Urresti, por ejemplo, trató a Jackson de imprudente por hablar con la derecha para negociar la mesa.
El éxito
El éxito no es aleatorio. El éxito se planifica. En este caso, está claro que el éxito del gobierno pasará por la capacidad de Boric de moderarse y gobernar para todos los chilenos, y, a su vez, de Jackson de participar en el diseño de una estrategia práctica y pragmática que le permita contar con la derecha cuando se necesite. Hacerlo vendrá con costos, pero no hacerlo vendrá con costos más altos.
La ruta del éxito ya está trazada. La hizo la Concertación, que logró gobernar veinte años de forma ininterrumpida por saber comprometerse con el pragmatismo. En su momento, los críticos le llamaron una victoria de los técnicos, y más recientemente del neoliberalismo. Pero los datos no mienten. Fue esa coalición la que no solo logró modernizar al país, sino que también construir los cimientos democráticos que hoy tienen a la izquierda de Boric y Jackson en el poder.
El éxito se siente en lo inmediato, pero se mide en el largo plazo. Boric y Jackson sentirán los cantos de las sirenas, pero si se desvían de la ruta conocida, para complacer a unos pocos, que solo buscan llevar agua a sus molinos, arriesgarán perder las coordinadas que les aseguran llegar a buen puerto. El mar está turbulento, y el barco está frágil, mejor no arriesgarse.
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