Según las proyecciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional para 2025, Argentina crecerá un 5.0%, muy por encima de Brasil y de Chile que lo harán a un magro 2.0%. Es el crecimiento más alto proyectado para toda América, exceptuando a Guyana, dejando muy por detrás a Estados Unidos. También, deja atrás a la zona Euro.
El presidente argentino, catalogado de radical y de iliberal por algunos, apoya, no obstante, el libre comercio y es firme promotor de que el Estado haga menos y los privados, más.
Más allá de su estilo y de las opiniones que sus formas y maneras despiertan, lo interesante de destacar es que su solución a los problemas de la nación vecina, se resumen en cómo hacer, en cada dimensión posible, más libres a las personas.
Al asumir el mandato, Milei se enfrentó a los más altos índices de inflación (cercanos al 200%) y de pobreza (alrededor de un 53% en el primer semestre de 2024), ambos resultados de largos años de una fuerte intrusión del Estado en la cotidianeidad diaria de los argentinos y en la economía trasandina, la que alguna vez fue una de las más ricas del mundo.
Al asumir su mandato les dijo a sus compatriotas una verdad del porte de una catedral: “¡No hay plata!”, sincerando así la muy deteriorada situación macroeconómica y fiscal de la nación trasandina (y, en consecuencia, el estado de la situación microeconómica), anunciando, coherentemente, fuertes recortes a numerosos subsidios estatales a diversas industrias y otras fuertes restricciones al gasto fiscal, tan desmedido en administraciones anteriores a la suya.
Durante su mandato, se han liberado los controles de precios y se ha simplificado la operatoria de la economía en varios sectores. Se han eliminado retenciones a productos industriales y levantado prohibiciones, y se han suprimido impuestos que pesaban sobre la importación de numerosos bienes, aliviando así el bolsillo de los argentinos.
Levantó parcialmente el cepo cambiario, en un año electoral, y comenzó el 2025 con un superávit comercial y fiscal (¡con reducciones de impuestos mediante!) situación que ya se lo quisieran muchos países, partiendo por el nuestro, que hace años que no cumple con las metas fiscales, ni con las reglas que se fijaron al efecto, incumplimientos que, lastimosamente, comienzan a constituirse en una pesada carga y herencia para la siguiente administración y, por sobre todo, para las generaciones venideras, que habrán de pagar los platos rotos de la fiesta en la que las reglas se tiraron por la ventana, amén de seguir comprometiendo más y más gasto público.
Por cierto, los desafíos que enfrenta el gobierno de Milei aún son múltiples en este y otros ámbitos, y los efectos de algunas políticas públicas en la población, y sobre todo en la clase media, demorarán algún tiempo en percibirse. A modo ejemplar, los argentinos hoy se enfrentan a precios elevados y a una inflación que, si bien es considerablemente más baja que cuando asumió, sigue siendo un gran reto económico, social y político. Empero, y al mismo tiempo, han crecido los salarios reales promedio y el poder adquisitivo.
La senda adoptada, con la libertad como norte, es la correcta, aun cuando no en todos los ámbitos se perciban resultados inmediatos, y lo es incluso a pesar de todas las estridencias, que podrán o no compartirse. Y es que a veces se nos olvida el complejísimo punto de partida en el que se situaba la actual administración trasandina y el camino recorrido en un brevísimo plazo.
Muchos le auguraron un rotundo fracaso, pues lo que se proponía y los resultados que ha logrado -en la magnitud que se han producido y en un muy acotado plazo- eran impensados. Pero la realidad, con el nuevo rumbo adoptado y con la libertad como faro, ha ido mostrando otra cosa, aun con todos los desafíos que restan por delante. El camino de la libertad trazado, a diferencia de aquel dibujado por el kirchnerismo, es uno de prosperidad.
Chile tiene lecciones que sacar de esta experiencia vecina, sobre todo, tras el importante desvío, constante y sonante por lo demás, del liderazgo económico que marcábamos en la región hace no tantos años.
Reitero, podrán no compartirse los estilos, a ratos destemplados y muchas veces altamente confrontacionales (aunque muchos atribuyen buena parte del éxito, justamente, a estas formas), pero no cabe duda de que la transformación económica que está ocurriendo en el país vecino es una muy buena noticia para los argentinos y, tal vez y enhorabuena, no solo para los argentinos sino para Latinoamérica, si es que la región, y en particular Chile, toma nota de la senda de libertad económica y del progreso inclusivo que ella implica. Y no solo de aquello, sino de la convicción que se requiere para que ello ocurra.
¿Es Winter una candidatura de temer? Sí. Y he aquí por qué. Por Ignacio Imas. https://t.co/Y3C0Ua4MvG
— Ex-Ante (@exantecl) May 6, 2025
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