La reciente mejora en la perspectiva de la calificación soberana de Chile por parte de Standard & Poor’s (S&P) había sido un rayo de esperanza en un contexto global donde las economías emergentes enfrentan desafíos significativos. Sin embargo, esta luz se vio opacada por la compleja realidad presentada en el último informe de Fitch Ratings, que alerta sobre la probabilidad de que el país no cumpla con sus objetivos fiscales a corto plazo. A continuación, se abordarán algunos puntos clave sobre la situación fiscal y sus implicancias:
La importancia de la calificación soberana
La calificación soberana de un país es un indicador crítico de su salud económica y capacidad de pago de deuda, y en el caso de Chile, mantener una calificación A refleja la solidez de sus políticas fiscales y monetarias, incluso en un entorno de polarización política. Según S&P, el país se beneficia de anclas en su política fiscal y monetaria, lo que ha estabilizado su desempeño económico.
Esta clasificación posiciona a Chile como uno de los mejor calificados en América Latina y podría atraer flujos de inversión si continúa mostrando estabilidad fiscal y niveles de deuda controlados. Sin embargo, el informe de Fitch Ratings advierte que esta calificación debe tomarse con precaución, ya que existen riesgos significativos que requieren atención urgente. Fitch y otros economistas anticipamos un incumplimiento de los objetivos fiscales en 2024, lo que podría comprometer la credibilidad de largo plazo.
Ajuste fiscal y desafíos inmediatos
Aunque el gobierno proyecta un déficit fiscal de 2% del PIB para 2024, inferior al 2.4% del año pasado, el aumento del gasto público ha ejercido mayor presión de lo anticipado sobre las finanzas públicas. En concreto, el déficit fiscal enero-agosto 2024 equivale al 3,4% del PIB.
Esta situación se desestabiliza aún más considerando el pago de intereses de una deuda pública que ha crecido sostenidamente en la última década, así como por los retiros del Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) realizados a lo largo del año para apoyar el Presupuesto.
Sin un crecimiento económico robusto que genere los ingresos necesarios para la ejecución y el ahorro, cumplir con la regla de balance estructural se vuelve muy complicado, generando riesgos reputacionales y políticos para el gobierno, aunque no conlleva consecuencias legales como sucede en otros países.
Crecimiento Económico y Eficiencia en la Gestión del Gasto
La eficiencia en el gasto público es un tema central en las proyecciones para los próximos años, especialmente en el contexto de un aumento del 2.7% en la ley de presupuesto para 2025**, que supera las sugerencias del Consejo Fiscal Autónomo.
Con ello, surgen dudas sobre la capacidad del gobierno para mantener el equilibrio fiscal ante un crecimiento económico débil, ya que las proyecciones oficiales apuntan a un PIB de 2.7% en 2025 y 2.3% en 2026, mientras que nuestra expectativa se sitúa por debajo del 2%. Esta situación resalta la necesidad de reformas que generen ingresos permanentes para financiar el aumento del gasto y garantizar un uso eficiente de los recursos públicos.
Es crucial que las medidas implementadas sean efectivas para que el presupuesto de 2025 no sólo se alinee con las perspectivas económicas, sino también con una gestión responsable que promueva la estabilidad fiscal a largo plazo.
Perspectivas para la Renta Fija Soberana
La evolución de la renta fija soberana en Chile dependerá en gran medida de cómo el gobierno gestione sus desafíos fiscales inmediatos y mantenga un balance sostenible. Si bien la proyección de un déficit fiscal menor para 2024 podría aliviar parte de la presión, las cifras hasta ahora sugieren que el margen de maniobra es nulo.
Las tasas de interés de largo plazo podrían beneficiarse si el gobierno logra contener el gasto y reducir la prima por riesgo asociada a la incertidumbre fiscal. Además, un crecimiento económico que supere al menos el PIB tendencial sería clave para generar ingresos fiscales adicionales y mejorar la sostenibilidad de la deuda.
En este escenario, se abrirían oportunidades atractivas para los inversionistas en bonos soberanos de largo plazo. Sin embargo, si los desequilibrios persisten y el crecimiento económico no se acelera, es probable que se mantenga la presión sobre las tasas en esos tramos, limitando su atractivo.
En conclusión, la estabilidad en la calificación soberana de Chile representa un aspecto positivo en la recuperación económica del país, sin embargo, este logro no debe verse como un objetivo final, sino un punto de partida para enfrentar los desafíos fiscales que se avecinan.
La advertencia sobre el incumplimiento de los objetivos fiscales y la presión sobre el gasto requieren un compromiso constante con la consolidación fiscal, el control del gasto y la implementación de reformas estructurales. El análisis del gasto público y el balance fiscal en relación con las tasas de interés a largo plazo se convierte en un elemento crucial para identificar oportunidades en la renta fija soberana chilena.
A medida que el país navega por un entorno económico complejo, prestar atención a estos factores permitirá a los inversionistas identificar puntos de entrada para posicionarse en el mercado de bonos soberanos con convicción, priorizando una asignación estratégica sobre una táctica de corto plazo.
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