-¿Cuales son para ti los principales puntos a destacar del estudio?
-Lo que nos muestran las subjetividades sociales en torno al futuro proceso constituyente, es que hay un un ánimo muy distinto entre el mundo político que firmó el acuerdo y la ciudadanía. La sociedad está en un ánimo mucho más introspectivo, menos energizado y mucho más escéptica de lo que viene respecto de la esperanza y confianza que aparentemente hay en el mundo político.
Por otro lado, este acuerdo y el futuro proceso, a diferencia de lo que se esperaba de lo anterior, para la ciudadanía viene más a resolver las dificultades o los conflictos del mundo político que las urgencias sociales. Es decir, la gente mayoritariamente no ve, como veía en el acuerdo anterior, que una nueva constitución es EL vehículo necesario para resolver los temas de salud, de pensiones, de educación, incluso de temas de seguridad.
-Hay diferencias entre quienes se identifican de izquierda, centro y derecha bastante pronunciadas sobre el proceso. ¿Cuál es la razón?
-Es llamativo que el grueso de la población tenga más opiniones negativas que positivas. Dicho eso, la gente que se identifica con la izquierda y la gente que se identifica con la derecha tiene argumentos de distinto tipo para impugnar el acuerdo. Por ejemplo, para sectores de izquierda aparece como un acuerdo que no es claramente participativo ni menos 100% elegido.
Para grupos de derecha puede ser un acuerdo innecesario, que ya no tiene razón de ser frente a otras urgencias sociales. Eso te muestra como el mismo proceso está en el ojo del huracán por distintos motivos y con posibilidad de ser impugnado por distintos relatos o voces críticas. Incluso para Parisi puede ser un buen “negocio” dificultar el acuerdo y el futuro proceso.
-Respecto del futuro de la política hay una mirada pesimista de la ciudadanía
-Claramente y eso está en línea con lo que vimos en la encuesta CEP. La gente está muy descreída de la política, el acuerdo fue firmado en el Congreso por los partidos políticos que son las instituciones más mal evaluadas por la sociedad y eso hace que no haya muchas expectativas o una aproximación positiva respecto de lo que pueda salir de ahí. De ahí surge el alto nivel de escepticismo y esa mirada de tono crítico.
-¿Cómo se pudo corregir esto?
-Ya fue. Sin embargo, se pudo haber apostado a revalidar el proceso constituyente o relegitimar desde el punto de vista de la sociedad y eso suponía darse un poco más de tiempo. Pedirle al mundo experto, externo, a los académicos y al consejo de universidades que hicieran una evaluación de cómo continuar, por ejemplo.
-¿Cómo se puede resolver la aparición de estas voces que afectan al proceso?
-Para que este acuerdo resulte tiene que meter a estas voces potencialmente críticas adentro, es decir, a ese mundo de izquierda que podría buscar re posicionarse a partir de una crítica a la falta de representatividad; a ese mundo republicano que quiere impugnarlo por estar desconectado de las preocupaciones de la gente. Al mismo mundo de Parisi que va a volver a Chile y que va a querer decir que esto es un acuerdo de la elite política y pagado por los impuestos de la clase media.
Si no se barre para adentro a ese mundo, es posible que se articulen voces de distintos sectores que puedan efectivamente dañar al proceso y afectarlo. La gente está muy escéptica y la idea de votar en contra de cualquier cosa que produzca la política está muy a flor de piel.
Otro punto es que al final del día este proceso va a tener mucha menos energía, sin embargo, creo que se puede llegar a un buen puerto. Esto en la medida que junto con incluir a todas las voces críticas tengamos un proceso menos estridente, menos identitario y con vocería única que limite al máximo los intereses y visiones específicas de cada uno de los consejeros. Por otro lado el Congreso tienen que pasar por un muy buen escáner a los expertos nombrados por ellos, de manera que no aparezcan frente a la opinión pública como operadores políticos o con intereses partidarios, sino verosímilmente cumpliendo con la promesa de ser expertos.
-¿Qué es lo más relevante para reformar en el nuevo proceso constituyente?
-En mi opinión, lo más relevante es reformar el sistema político y particularmente el sistema electoral, de manera de terminar con la fragmentación que estamos viviendo y que nos tiene donde nos tiene y que hace que la afinidad del Congreso esté tan a la baja por los shows que se mandan ahí, por las búsquedas identitarias de los distintos personajes. Porque eso finalmente genera una sensación objetiva y subjetiva de que el Congreso no sirve para nada. Y ese es el riesgo potencial de erosión de la democracia que muestra con tanta claridad la última encuesta CEP.
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