Este fin de semana el Partido Socialista decidirá si compite contra Apruebo Dignidad en las elecciones de consejeros constitucionales de mayo, lo que marcaría un quiebre en la unidad del oficialismo y pasar por encima de los deseos del presidente que está jugado por la lista única.
Es de público conocimiento que en el seno de la coalición que apoya al presidente Boric hay una disputa entre el Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad por la hegemonía en la conducción del gobierno, un conflicto que es tan serio que algunos están empeñados en zanjarlo en las urnas levantando una lista separada para elegir consejeros constitucionales en competencia con Apruebo Dignidad. Una medición de fuerzas que el presidente no pueda ignorar a la hora de rediseñar su gobierno.
Sabemos que este conflicto se da en medio de una profunda crisis de gobernanza, caracterizada por la toma de decisiones equivocadas y errores inexcusables, tanto por el presidente como por sus colaboradores mas cercanos. Todo lo cual se refleja en la pésima evaluación que de él tiene la ciudadanía.
Entonces surge la pregunta sobre si la disputa entre las coaliciones que conforman el gobierno es de carácter ideológico o una lucha por espacios de poder para satisfacer las aspiraciones de sus militantes y potenciar sus perspectivas electorales, con miras a las próximas parlamentarias y presidenciales.
¿Existen realmente diferencias programáticas al interior del gobierno que podrían alterar su naturaleza y su rumbo, mejorar la gobernanza y controlar los impulsos del presidente, si por ejemplo resultara vencedor el socialismo democrático transformándose en la fuerza hegemónica?
Lo que conocemos como Socialismo Democrático está representado por el PS, PPD , PR y PL. Su comportamiento en el último tiempo ha sido sumamente errático. El PS y El PPD quisieron sumarse al pacto del Apruebo Dignidad antes de la primera vuelta de la elección presidencial y concurrieron al Servel a suscribirlo, maniobra que se frustró por razones enteramente ajenas a su voluntad. El Partido Liberal formo parte del Frente Amplio.
Posteriormente, los convencionales del PS votaron de la mano de los comunistas y la lista del pueblo a favor de casi todos los artículos que llevaron al Rechazo, incluyendo la eliminación del Senado y defenestración del Poder Judicial. La expresidenta Bachelet fue protagonista de la campaña del apruebo, junto a la presidenta del PPD y del Partido Liberal.
Hoy el Socialismo Democrático, instalado en el gobierno, no manifiesta grandes diferencias con sus proyectos e iniciativas emblemáticas , tales como reforma tributaria, de salud y pensiones.
De lo que se deduce que una eventual hegemonía del Socialismo Democrático no significaría necesariamente un cambio en la impronta del gobierno, ni menos un punto de inflexión programática o ideológica.
Es necesario tener presente que la principal figura del gobierno, después del propio presidente es Carolina Tohá, militante destacada del PPD, jefa del gabinete y para todos los efectos prácticos vocera; y muchos de los problemas que enfrenta el gobierno, incluyendo los indultos, han ocurrido bajo su mandato.
El Socialismo Democrático ya tiene hoy una gran influencia política en el gobierno y sus militantes ocupan cargos claves, además de interior con Marcel y Monsalve.
Donde están al debe es en la repartición general de cargos del “segundo nivel”; de 396 cargos designados por el presidente solo tienen 107 lo que representa un 27.02% y los acapara el PS. Eso frente a 195 o 49,24% de Apruebo Dignidad.
Esta no es una pelea ideológica ni programática. Lo que el Socialismo Democrático en realidad quiere son más cargos en el Estado; y ojalá los obtuvieran porque tienen más gente preparada y con experiencia que es justamente por donde hace agua el gobierno.
El Socialismo Democrático necesita compensaciones (cargos ejecutivos que administren y distribuyan recursos) porque sienten que se están hundiendo junto con el gobierno, pagando los costos sin recibir los beneficios.
Es perfectamente legítimo que quieran probar suerte en una medición electoral para mejorar su posición dentro del gobierno y ante la ciudadanía, afianzar su desdibujada identidad y de paso elegir más consejeros constitucionales que el FA-PC .
El Socialismo Democrático esta desperfilado y perdió su identidad como opción ideológica y programática; un fenómeno que empezó hace muchos años y se acentuó en el segundo gobierno de Bachelet que se inclinó hacia la izquierda, que estuvo más cerca de Boric que de Lagos, quien fue descartado como presidenciable del PS en favor de Alejandro Guillier.
Resucitaron con el triunfo inesperado de Boric que, haciendo de la necesidad una virtud, los incorporó a su gobierno como socios minoritarios; y eso es lo que hoy podrían revertir levantando una lista propia para miembros del concejo constitucional.
Para la izquierda en general y para el Socialismo Democrático en particular el futuro es muy incierto porque su suerte esta amarrada a lo que pase con este gobierno al que no pueden abandonar sin generar una crisis que los destruiría a ellos mismos; y si las cosas no mejoran es difícil pensar que una coalición de centro izquierda suceda a Boric.
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