– ¿Cómo considera la reacción de algunos constituyentes tras debates con otras instituciones?
-Se trata de una actitud muy preocupante, que revela una soberbia bastante impropia de quienes dicen ser voceros de territorios y causas. Es bien curioso que quienes venían a acercar la política a la sociedad tengan tantas dificultades para abrirse a algo tan elemental como el juicio crítico de la ciudadanía. De hecho, si algo podría ayudar a enmendar el rumbo a la Convención es precisamente tomarse en serio a aquellas voces que han hecho sonar una campana de alerta en estos días; voces que incluyen a autores de “El otro modelo” como Javier Couso y a convencionales de centroizquierda como Agustín Squella y Patricio Fernández. Pero claro, eso requiere grados de apertura y humildad que resultan incompatibles con el ánimo de revancha que exhiben muchos convencionistas.
-¿Bajo esa lógica hay una desconexión con la ciudadanía? Algunos de los que cita, están mirando con escepticismo el desarrollo del debate
-Sí, sin duda. Es sumamente paradójico que una Convención plagada de independientes y nuevos rostros esté presa del mismo tipo de borrachera electoral que afectó a Michelle Bachelet primero y a Sebastián Piñera después. Nada de esto tiene mucho sentido, la verdad. Por un lado, queda muy poco tiempo disponible, pero habrá que dedicar muchas horas a corregir las ideas extraviadas que hemos ido conociendo durante las últimas semanas. Por otro lado, hay muchos antecedentes de que la ciudadanía aspira a cambios que proporcionen seguridad en las distintas dimensiones de la vida, pero la Convención pareciera estar empecinada justo en lo contrario.
–Se dice que las votaciones en las comisiones por mayoría simple después se arreglarán en el pleno o en la comisión respectiva en caso de que la norma vuelva a la misma instancia.
-Sería muy bueno que las cosas se arreglen de ese modo, pero asumir que todo va a cambiar sustancialmente en el pleno es de un optimismo sin mayor fundamento. Hasta ahora, el debate y la deliberación se había dado en las comisiones, no en los plenos, y, sin embargo, es en las propias comisiones donde se han ido aprobando muchos excesos. Además, las votaciones en los plenos no comienzan en tres o cuatro meses, sino que la semana subsiguiente.
-¿Cómo ve el clima interno al interior de la Convención?
A la Convención le quedan pocos días para modificar el clima interno que han ido reflejando las votaciones en general de casi todas las comisiones. ¿Será eso posible? Por si fuera poco, para que el escenario mute radicalmente se necesitaría que el mundo del Frente Amplio, es decir, Beatriz Sánchez, Jaime Bassa y varios otros, estén dispuestos a articular los dos tercios en forma bastante transversal, incluyendo activamente a la centroderecha y al Colectivo del Apruebo. Todo puede cambiar, pero por ahora no se les ve demasiado dispuestos a algo así.
-¿Cuáles son los escenarios que vislumbra dado lo mencionado anteriormente?
-Hay una posibilidad real de que todo esto conduzca a un bloqueo, es decir, a que las normas que alcancen los dos tercios sean muy pocas y, además, bastante inconexas entre sí. En abstracto, no hay problemas con tener una constitución pequeña, de hecho podría ser lo mejor dadas las circunstancias. Pero aquí el riesgo es que tengamos un popurrí de normas aprobadas por dos tercios referidas a materias muy disímiles, con desarrollo disparejo y que, en el peor de los casos, carezca de aquellos contenidos esenciales que permiten hablar de una constitución.
-¿Le asigna relevancia a la comisión de armonización?
-Pese a la insistencia de la centroderecha en su minuto, al discutir el reglamento quienes tienen las mayorías en la Convención no quisieron dotar de atribuciones importantes a la comisión de armonización, que es la última oportunidad de mejorar las cosas. El temor a la vilipendiada “cocina” dejó sin dientes a una instancia que, a la luz del panorama actual, podría haber salvado al órgano constituyente.
-¿Se puede extender nuevamente el plazo para proponer el texto final de la constitución? En el acuerdo del 15 de noviembre se estipula la opción de aplazarlo por 3 meses, pero desde diversos sectores, se dice que podrían solicitar una nueva extensión. ¿Lo ve factible?
-Claro, siempre se pueden pedir prórrogas, pero eso implicaría, en primer lugar, que las diversas fuerzas de izquierda acepten solicitar más plazo, lo cual ya es dudoso. Para muchos, mientras más tiempo pase, más difícil será obtener un buen resultado en el plebiscito. Y después, considerando que cualquier plazo adicional exige una reforma constitucional, conseguirlo implicaría también una negociación y un acuerdo de alta política entre el gobierno de Gabriel Boric y la oposición de centro y de derecha. Hasta ahora nada indica que eso vaya a ocurrir, aunque veremos qué sucede más adelante.
-El poder está en la izquierda y la centroizquierda, aunque es un “poder líquido” porque, como se ha planteado, varias iniciativas son respaldadas desde diversas perspectivas política. Qué rol debe jugar la centroderecha?
-Por ahora, seguir trabajando hasta el último día para que las cosas resulten lo mejor posible, lo que hoy supone defender y promover los pilares básicos de una república democrática y un Estado de derecho dignos de ese nombre. Y luego, ir preparando desde ya para el terreno que todo este cuadro puede abrir.
-¿Por ejemplo?
-Tener muy claro el curso de acción a seguir ante un eventual acuerdo como el que comentábamos en la pregunta anterior. A la futura oposición ese tipo de escenarios no la debe pillar desprevenida. Los partidos requieren incorporar desde ya a sus convencionales, y también a politólogos, constitucionalistas e intelectuales para evaluar distintas estrategias según qué vaya pasando durante las próximas semanas. Eso no puede ser un trabajo de última hora, tiene que comenzar desde ya.
-¿Cuál es el mayor riesgo que ves hoy en el debate al interior de la convención?
-Hoy se vislumbran al menos tres peligros inminentes. El más obvio es no estar a la altura de las expectativas generadas y frustrar todo aquello que se prometió en su minuto. Si la Convención sigue así no habrá ni casa de todos, ni nuevo pacto social ni nada que se le parezca, al menos no uno generado desde el órgano constituyente.
El segundo peligro en ciernes es que sigan avanzando en su tramitación medidas abiertamente contrarias al modelo democrático occidental, como aquellas que ponen en peligro la independencia judicial y que merecen en justicia el apelativo de chavistas.
Y el tercer riesgo es que, a consecuencia de todo lo anterior, el rechazo en el plebiscito de salida se convierta en una alternativa cada vez más plausible. No es fortuito que la exdirectora del The Clinic, Lorena Penjan, una periodista seria y respetada, haya renunciado a la secretaría de comunicaciones de la Convención recordando la experiencia del plebiscito colombiano y del Brexit. Por decirlo en simple: a diferencia de Gabriel Boric, que tuvo un balotaje para rectificar, la Convención no tiene una segunda vuelta disponible.
-¿Y el mayor atributo?
-Que pese a los graves problemas descritos, hay convencionales de distintos sectores que han hecho un trabajo serio, a la altura del desafío. Sólo por mencionar algunos ejemplos, en la comisión de sistema político la conducción de Rosa Catrileo, de pueblos originarios, y Ricardo Montero, del colectivo socialista, ha sido ejemplar. También cabe destacar la labor del convencional del PS Andrés Cruz, que en la comisión de sistemas de justicia ha sacado la voz en muchas materias relevantes. Y a eso agregaría a quienes desde la centroderecha han hecho un esfuerzo constructivo permanente de diálogo y persuasión, pese a que sus pares suelen ignorarlos. Pienso en Bárbara Rebolledo, Raúl Celis, Ruggero Cozzi, Hernán Larraín Matte y varios otros más.
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