Uno de los principales talentos del Frente Amplio es su asombrosa capacidad de solapar la radicalidad de su proyecto político. En este esquema, han contado con el mejor actor de reparto posible para ejecutar esta puesta en escena política: el Partido Comunista.
Y es que claro, al lado de un partido que avala sin pudor la violencia política, que tiene un compromiso meramente instrumental con la democracia representativa-liberal y defiende a brazo partido a dictaduras como la de Nicolás Maduro, cualquier gesto, por mínimo que sea, que permita diferenciarse de aquello, es visto como un acto de extrema sensatez y decencia. El punto es que hasta un estudiante mediocre puede destacar en la escuela si lo sientan junto al alumno con peor rendimiento y disposición
Por eso para Gabriel Boric, contrario a lo que muchos suponen, tener al PC dentro de su sector y de su Gobierno, lejos de ser un problema es una enorme ventaja. ¿Cuál es la ventaja? Le otorga un valioso margen de diferenciación, principalmente en las formas, a partir del cual proyecta una simulada moderación.
Así lo mostró durante la elección primaria de 2021 en que compartió papeleta junto al ahora reo Daniel Jadue. Un antagonista perfecto, casi tanto como hoy lo es Maduro, quien de acuerdo a la encuesta Cadem tiene tan sólo un 1% de adhesión.
La elección primaria le dio luces a Boric de que marcar diferencias respecto del PC era tremendamente rentable, desde un punto de vista político, pero también simbólico. Ese, fue el gran piloto de que blanquear la radicalidad del proyecto frenteamplista, con buenos modales, gomina y anteojos de niño nerd, daba resultado.
El problema es que una porción del electorado cayó en esa trampa. Incluso, algunos llegaron al extremo de plantear “Hay que salvar al país del comunismo, votando por Boric para que no salga Jadue”, algo así como el equivalente en el fútbol a dejarse perder por poco, con tal de clasificar por diferencia de goles. Todos sabemos cómo terminan esos cálculos: goleada fija y eliminación segura.
En este caso no fue distinto, el resultado de esta brillante teoría fue: Boric se transformaría en Presidente, con el PC como partido más grande de la coalición Apruebo Dignidad, con dos ministras sentadas en el Comité Político, una de ellas, a cargo de la Reforma de Pensiones, la otra a cargo de todas las comunicaciones del gobierno y con el control comunista de otras carteras sectoriales de extrema relevancia para el país como es el Ministerio de Educación.
El caso del fraude electoral de Venezuela es otro buen ejemplo de este patrón de usar al PC como factor de diferenciación. Es cierto que Boric fue capaz de distinguirse ante la fauna de la izquierda carnívora como la denomina Álvaro Vargas Llosa a ese conjunto de gobiernos capaces de justificar a los más injustificable dictadorzuelos y cleptócratas como Maduro en Venezuela, los Castros en Cuba y Ortega en Nicaragua. En las palabras Boric no los justifica, es cierto. Pero en los hechos, tampoco hace nada por detenerlos. En política, los más ingenuos se quedan únicamente con los gestos, cuando en realidad lo importante son las acciones.
Por ejemplo, durante esta semana, el Presidente Boric, recibió a su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en una visita de Estado. Los más ingenuos, quizás de buena fe, tuvieron la esperanza de que Boric sería capaz de mover el timón del progresismo latinoamericano hacia una posición más enérgica y decidida en contra de Nicolás Maduro. Por supuesto que aquello, no se produjo. El tema Venezuela ni siquiera fue incluido en la declaración conjunta de 58 puntos entre ambos países. Donde, por cierto, sí hubo espacio para tomar posición respecto de conflictos más lejanos y menos incidentes en la región latinoamericana como la situación en la Franja de Gaza o la Guerra en Ucrania.
Quienes impulsivamente salieron a enaltecer a Boric por su posición en Venezuela debieran, con la perspectiva que dan los ya casi 15 días, post fraude electoral, evaluar bien el mérito de estas congratulaciones. O en su defecto, preguntarse si con éstas, finalmente sólo han abonado al juego interno y permanente de Boric de diferenciarse del PC y sus aliados, para así, fortalecer su posición, blanquear su radicalidad, afianzar su proyecto y agenda, de la cual, por cierto, el PC participa.
A fin de cuentas, para Boric, el PC es su villano favorito.
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