Boric sigue empeñado en exaltar el estallido. Por Sergio Muñoz Riveros

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Gabriel Boric durante la entrega del Informe de Desarrollo Humano de la ONU. Foto: Agencia UNO.

El mandatario parece decidido a mostrar el 18/O como fecha inaugural de un proceso de redención nacional que, al parecer, daría sentido último a su gobierno. Entra así en un terreno pedregoso. Por más empeño que ponga para darle nobleza a esa fecha, ya hay demasiados elementos de juicio respecto de su carácter antisocial y antidemocrático. Rescatemos, en todo caso, el interés expresado por Boric de que se abra paso una reflexión sobre el 18/O. Sería provechoso que todos los partidos hicieran una revisión crítica de sus actuaciones.


En la ceremonia de entrega del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024, Gabriel Boric intentó conectar el deseo de cambios, expresado en el documento por el 83% de la población, con lo que, a su juicio, habría sido el espíritu del llamado estallido social, en octubre de 2019. Sostuvo que era necesaria una reflexión sobre el 18-O, porque hay “una discusión comunicacional en donde se instala la cuña más polémica para tratar de caricaturizar lo que fue el estallido”.

¿Será posible caricaturizar, o sea, ‘exagerar’, ‘desfigurar’, ‘deformar’, ‘ridiculizar’ lo ocurrido hace 5 años? Boric trata de explicarlo: “Hoy en día cuando se dice estallido delictual y se recalcan solamente los aspectos violentos del estallido, que los hubo, son inaceptables y no quiero relativizarlos bajo ningún punto de vista, se pierde de vista justamente ese malestar que llevó en algún momento a parte importante de la sociedad chilena, a apoyar las diferentes formas de manifestación que estaba habiendo, incluso las violentas”.

Lo que nos dice es más menos esto: para qué fijarse solamente en “los aspectos violentos del estallido”, cuando lo esencial fue otra cosa. O sea, no hay que reparar tanto en los saqueos, los ataques a las comisarías, la destrucción de bienes públicos y privados, la quema de iglesias, etc. puesto que ello expresó la exasperación frente a las injusticias. Es la lectura social de lo que pasó, pero que exige transfigurar lo que pasó. En el fondo, un empeño por salvar los restos del relato épico con el que vibraron los universitarios que iban a la plaza Baquedano a vivir la emoción revolucionaria.

Conocemos las lamentables expresiones del diputado Boric en aquellos días. El problema es que ahora ejerce la Presidencia de la República, y persiste en el propósito de explicar la ofensiva de violencia, destrucción y pillaje como manifestación de un evanescente malestar que justificaría cualquier cosa. ¿Se ha detenido él a pensar que su interpretación puede validar otros desvaríos destinados a provocar un quiebre institucional y llevar a Chile al caos? ¿Está seguro de que su gobierno no será afectado por un estallido debido a que es de izquierda, ya que los estallidos estarían reservados para los gobiernos de derecha?

El mandatario parece decidido a mostrar el 18/O como fecha inaugural de un proceso de redención nacional que, al parecer, daría sentido último a su gobierno. Entra así en un terreno pedregoso. Por más empeño que ponga para darle nobleza a esa fecha, ya hay demasiados elementos de juicio respecto de su carácter antisocial y antidemocrático. Fue el más grave ataque sufrido por la convivencia en libertad, frente al cual cundieron los acomodos y los oportunismos. El delirio octubrista hizo retroceder al país en todos los ámbitos.

Sobre el 18/O está casi todo por investigar, pero Boric sigue apostando “ideológicamente” por el cuento del pueblo en rebeldía. En realidad, desconoce la verdadera génesis de lo que ocurrió, ignora cuáles fueron las fuerzas que tuvieron la iniciativa y ni siquiera imagina cuánta plata pusieron los promotores. Los dirigentes del Frente Amplio no tenían idea del tipo de carro al que se estaban subiendo hace 5 años. En cambio, los dirigentes del PC sí lo sabían, y con mucha anticipación.

Con realismo, el mandatario debería considerar la posibilidad de que, más adelante, con otro gobierno y con otro Congreso, los chilenos lleguemos a saberlo todo respecto al estallido, incluidos los detalles de la intervención extranjera. Entonces, conoceremos los pormenores de la operación de sabotaje al Metro, efectuada por delincuentes asesorados por expertos. Por un mínimo sentido de autoprotección, Boric necesita tomar distancia y dejar de hacer discursos bienpensantes sobre una experiencia tan turbia.

El quinto aniversario del 18/O estará separado por unos pocos días de la elección municipal y de gobernadores. ¿Se apresta La Moneda a vincular ambas fechas? A juzgar por los dichos de Boric, es posible que ocurra algo como eso. A lo mejor, se constituirá una comisión presidencial para organizar la conmemoración. Siempre está abierta la posibilidad de dispararse a los pies. Ya perdimos la cuenta de las ocasiones en que el gobierno lo ha hecho.

Rescatemos, en todo caso, el interés expresado por el mandatario de que se abra paso una reflexión sobre el 18/O. Sería provechoso que todos los partidos hicieran una revisión crítica de sus actuaciones. A lo mejor, algo tienen que decir los dirigentes partidarios que, el 12 de noviembre de 2019, con la violencia desatada en las calles, firmaron una declaración de la que difícilmente pueden sentirse orgullosos.

Necesitamos enfrentar nuestras miserias sin coartadas, y tratar de extraer alguna enseñanza de ello. Lo primero es, lógicamente, no hacerle el quite a las verdades incómodas y no escaparse por el lado de las consignas de justificación. Es indispensable despejar las sombras en un terreno crucial: cuán leales somos con la democracia.

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