Septiembre 3, 2023

Boric: Chico eléctrico. Por Jorge Ramírez

Cientista Político. Libertad y Desarrollo.

El Presidente Boric es cómplice, y no pasivo, de este tóxico clima político por el cual atravesamos y también es el principal responsable de un eventual fracaso conmemorativo. En un país de marcado acento presidencialista, el Jefe de Estado es quien modela el tono del debate público. Así lo entendió Lagos, así lo entendió Piñera, pero lamentablemente, así no lo ha entendido Boric. Así las cosas, hemos llegado a la víspera de la conmemoración del Golpe de Estado con mayores niveles de crispación, odiosidad y polarización. Como señala el connotado rap nacional “Chico eléctrico, no sabes en que lío te has metido”.


Al parecer el Presidente dejó de ser el chico de las poesías en sus alocuciones, para reemplazarlas por auténticas descargas galvanizantes. En el marco de la seguidilla de actos asociados a la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado y luego de haber tildado como “cobarde” al suicidio de un ex brigadier de Ejercito condenado a 25 años de presidio por el asesinato a Víctor Jara, el Presidente nos regaló la siguiente frase: “en un momento especial del país, como todos sabemos, el ambiente está eléctrico, está cargado. Yo no sé si ustedes lo sienten, pero yo siento que si toco a alguien le voy a dar la electricidad en cualquier momento”.

La pregunta es ¿Quién ha contribuido en mayor medida a esta estridencia y tono confrontacional? La respuesta es sencilla: el propio Presidente Boric. En la oficina presidencial es donde se ha activado el interruptor que propicia esa mágica combinación de electrones positivos y negativos que llamamos electricidad.

En la actualidad el 70% de los chilenos no había nacido para el 11 de septiembre de 1973, pero el Presidente se esfuerza en reabrir heridas y resucitar viejos fantasmas, inclusive incurrió en la mezquindad de calificar a un suicidado. Boric sabe que una de las formas de electricidad es la estática, y la base de la estática es la fricción. Para ciertos políticos, como el Presidente, polarizar y friccionar el juego político, lamentablemente, los nutre de energía.

Pero la actitud del Presidente marca un claro cortocircuito respecto del tono en que todos los ex presidentes habían enfrentado la conmemoración del Golpe de Estado. El vector común de cada uno de ellos había sido avanzar de manera sucesiva hacia la reconciliación.

Por ejemplo, el ex Presidente Lagos, el primer socialista en llegar a La Moneda desde la Unidad Popular actuó con altura de miras y entendió que más que revivir odiosidades, lo relevante era contribuir a superarlas. Con un tono sobrio, republicano y actuando como estadista, Lagos abrió Morandé 80 y citándolo textual, su invitación fue a hacernos cargo con madurez de aquel momento de nuestra historia que tanto dolor nos ha causado. Madurez que el Presidente Boric no ha tenido. El Presidente se ha comportado con pequeñez ante un evento que claramente le ha quedado grande.

Uno de los signos de la falta de madurez es precisamente la impulsividad, la falta de temple. Como bien dijo Lagos hace 20 años, el 11 de septiembre es un día lleno de sentido, pero “ese sentido no puede ser ni de rencor ni de división”.

Otro concepto del discurso de Lagos en 2003 fue la idea de promover la reflexión en un conmemoración como ésta: “reflexión en un país donde cada día más ese dolor se convierte en memoria, en memoria de todos los chilenos, en memoria compartida, aunque no necesariamente común, porque es natural que existan versiones diversas de lo acaecido hace 30 años”. Nuevamente, el contraste con Boric es evidente.

El Presidente Boric no invita a la reflexión, el Presidente electrifica con descalificaciones, caricaturas y consignas, desde su tradicional púlpito de superioridad moral. Por más inestable que sea este púlpito, el Presidente parece no resignarse a dejar de usarlo.

Boric no es un hombre de acción, supuestamente era un hombre de reflexión, pero ni siquiera fue capaz de sostener a su amigo Patricio Fernández cuando planteó una reflexión similar a la de Ricardo Lagos: ¿qué reflexión? La idea de que es natural -y hasta deseable- que existan diversas versiones acerca de las causas del golpe de Estado.

Boric cedió a la presión cancelatoria del Partido Comunista y aceptó la renuncia de Fernández, pero como si aquello no bastara, premió en el último cambio de gabinete a los comunistas y los ha vuelto a homenajear a raíz de la muerte de su presidente Guillermo Teillier, quien devino súbitamente en demócrata ejemplar por la narrativa del Palacio de La Moneda pese a haber secuestrado un niño y dirigido el atentado a Pinochet durante el régimen militar.

Piñera, desde una vereda política contraria a la de Lagos, también debió enfrentar la conmemoración del Golpe de Estado, a raíz de los 40 años. En un acto de autocrítica hacia su propio sector político, Piñera añadió al tono de reflexión un compromiso de la derecha con una cultura de respeto a los derechos humanos y una severa crítica a la “complicidad pasiva” de civiles con el golpe.

Más allá del valor de dicha declaración y la forma en que se formuló, la pregunta es ¿ha sido capaz la izquierda de formular una reflexión y/o autocrítica respecto de las condiciones que provocaron el Golpe? Para nada. De hecho, el editorial del diario El Siglo que defenestró a Patricio Fernández, invocaba como principal crítica a Fernández el tono “excesivamente reflexivo” del ex asesor presidencial en torno a la conmemoración de los 50 años.

El episodio Fernández fue el punto de inflexión que determinó el tono de lo que sería la conmemoración de los 50 años. Fue la crónica de una muerte anunciada.

El Presidente Boric es cómplice, y no pasivo, de este tóxico clima político por el cual atravesamos y también es el principal responsable de un eventual fracaso conmemorativo. En un país de marcado acento presidencialista, el Jefe de Estado es quien modela el tono del debate público. Así lo entendió Lagos, así lo entendió Piñera, pero lamentablemente, así no lo ha entendido Boric.

Así las cosas, hemos llegado a la víspera de la conmemoración del Golpe de Estado con mayores niveles de crispación, odiosidad y polarización. Como señala el connotado rap nacional “Chico eléctrico, no sabes en que lío te has metido”.

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