-El PC criticó a Boric por su mea culpa por la dura oposición que le hizo a Piñera. ¿Qué tipo de aliados son los comunistas para el Presidente?
-Es importante entender la naturaleza extraña de esta coalición liderada por Gabriel Boric, la que se edificó a partir de dos sub-coaliciones (en las que el periodismo quiere ver dos “almas”, sin que sepamos muy bien de qué se tratan esas dos almas: nadie se ha dado el trabajo de psicoanalizarlas), un fenómeno de por sí inusual, raro y complejo.
Es una coalición con dos pilares que se construyó sobre la marcha, sin un programa común debidamente construido antes de la elección, sin afinidades originarias. Lo que hubo fue un match de temas programáticos entre fuerzas que no eran naturalmente aliadas: se ha podido argumentar que los programas eran muy cercanos, puede ser, pero esto no explica la virulencia de la rivalidad entre viejas y nuevas izquierdas (en donde el Frente Amplio se propuso “reemplazar a la Concertación”, así de vago y así de duro).
-¿De qué manera compiten hoy?
-Puede entonces entenderse que los intereses de la coalición de gobierno rivalicen con los intereses de esos dos sub-grupos que son “Apruebo Dignidad” y “Socialismo Democrático”. El PC fue sorprendido por la derrota de Daniel Jadue en primarias, y no estaba preparado para que, en un primer momento, Gabriel Boric fuese el presidente y líder de una coalición conceptualizada a partir de una teoría de los círculos concéntricos (en donde el primer círculo estaba constituido por el Frente Amplio y el PC), para en seguida dar lugar a una hegemonía del socialismo democrático que es leída por los comunistas como oportunista y desleal con el ideario de “Apruebo Dignididad”.
Pues bien, si me tuve que dar el tiempo para restituir la historia de este gobierno, es para sugerir que no debe extrañar que los intereses de los partidos también rivalicen con los intereses de dos sub-grupos y de la propia coalición. Dicho de otro modo, los intereses en juego se encuentran en tres niveles: a escala de coalición, a escala de sub-coaliciones y a escala de partidos. Últimamente, en el caso del Partido Comunista, son sus intereses de partido los que han prevalecido, generando todo tipo de resquemores con los otros socios.
-De hecho el PC se restó del funeral de Piñera. La alcaldesa de Santiago no quiso abrir un libro de condolencias. ¿Los comunistas chilenos siguen en una lógica adversarial?
-El PC está actualmente jugando su propio juego, lo que se ha ido acentuando desde hace un par de meses (a propósito de las pensiones de gracia, por ejemplo), lo que llegó al paroxismo con los efectos políticos provocados por la muerte de Sebastián Piñera. Es como si el PC, enfrentado a un acontecimiento tan inesperado como gigantesco en sus consecuencias, buscara a la manera de un equilibrista parecer como un actor “republicano” (otro término del que se ha abusado, entendiendo en este caso una postura de declinación de las diferencias en homenaje a quien fuese jefe de Estado) y afirmarse como un partido de izquierda, apelando a lo que tiene más a mano: el estallido social y lo que Lautaro Carmona llama un evento de “rebelión popular”.
En la medida en que el presidente Boric, el Frente Amplio y el Socialismo Democrático jugaron un rol de exaltación (a ratos desmedido) de las virtudes del ex Presidente Piñera, el PC vio un espacio abierto para capturar el electorado de izquierda más allá de quienes votan por los candidatos de este partido.
-¿Es un segmento en disputa?
-Quiero precisar el argumento. No veo en los comunistas un acto cínico y fríamente calculador (por ejemplo de parte de la alcaldesa de Santiago, negándose a habilitar un cuaderno de condolencias), sino más bien un acto-reflejo que se inicia en dos diputadas (Carmen Hertz y Lorena Pizarro), cuya acusación de “negacionismo” (otro término que ha sido objeto de todo tipo de contorsiones) dirigida al presidente Boric solo se centra en las violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar durante el gobierno de Sebastián Piñera con ocasión del estallido social.
Esas violaciones existieron, evidentemente, y la epidermis del Partido Comunista solo registra esas violaciones, sin posibilidad alguna de ver algo más en las exequias de Sebastián Piñera y, sobre todo, en las palabras del presidente Boric. Pero el resultado es el mismo: hablarle solo a la izquierda, en la más completa indiferencia por el 70% o más de los chilenos.
-Lautaro Carmona, presidente del PC, dijo que “Piñera tuvo responsabilidad en las violaciones a los DD.HH.”¿Cuál es tu opinión?
-Las violaciones a los derechos humanos tuvieron lugar, qué duda cabe, y allí están las querellas en contra del ex presidente y varios de sus ministros y subsecretarios. La derecha se pasa de rosca al exigir el retiro de estas querellas: es una forma groseramente oportunista de borrar la existencia objetiva de violaciones a los derechos humanos suspendiendo para siempre la pregunta por las responsabilidades políticas.
Esa pregunta es legítima, pero al mismo tiempo es impertinente cuando se está homenejeando a un ex presidente que no será solo recordado por esas violaciones a los derechos humanos (cuya responsabilidad personal, me parece, no puede ni debe asimilarse a la responsabilidad del dictador Pinochet, quien no solo supo, sino que instruyó desapariciones forzadas y represión a gran escala durante su régimen de gobierno).
Este es un tema complejo, y que no solo contiene elementos jurídicos: lo esencial radica en la dimensión moral de las violaciones a los derechos humanos (las pérdidas oculares no son un fastidio, tampoco un accidente, son una tragedia de origen criminal) y, sobre todo, en las responsabilidades políticas que las hicieron posible: no porque la represión en su peor expresión haya sido alentada deliberadamente desde palacio, sino porque el poder político no se puede desligar de ellas y dejar descansar enteramente la responsabilidad en Carabineros.
-Boric cuando era candidato amenazó con llevar a Piñera a la justicia internacional. Hoy lo llama “demócrata de primera hora”. ¿A qué crees que se debe este cambio?
-Como el propio presidente Boric lo ha dicho, el peso histórico del sillón de O’Higgins lo ha llevado a reevaluar opiniones, críticas y conductas que, efectivamente, fueron desmedidas. Insisto: las violaciones a los derechos humanos existieron, no son un delirio ni una fantasía, pero estas tienen que ser abordadas de modo circunspecto.
Donde definitivamente hubo un exceso de retórica y derechamente delirio político en la oposición al gobierno de Piñera fue a propósito del manejo de la pandemia: yo mismo me excedí en redes sociales. Cuando uno se retrotrae a ese duro e inédito periodo de crisis sanitaria, es imposible no conceder que todos los gobiernos del mundo estaban a ciegas, y el ex presidente Piñera fue -seguramente por un sentido de oportunidad aprendido en su condición de empresario- brillante en la temprana adquisición de stocks de vacunas que le permitieron incluso donar una parte de ese stock a un país como Uruguay.
Se dijeron brutalidades, y quien más exageró el punto, increíblemente, fue el Colegio Médico: desde ocultamiento de las cifras de letalidad hasta negligencia criminal culpable. Aun recuerdo a Izkia Siches y al doctor José Miguel Bernucci adoptar un tono de crítica política y moral que, con el paso del tiempo, se verifica como irresponsabilidad… por muy doctores que hayan podido ser. Y no fueron los únicos.
-¿En la práctica Apruebo Dignidad (FA+PC) ha dejado de funcionar? ¿De qué manera complica eso al Presidente Boric?
-Es una muy buena pregunta. La existencia de estas dos sub-coaliciones no tiene asegurada su vida útil: la política es muy dinámica, especialmente la chilena por estos días. Al día de hoy, no veo ni percibo una imagen de gran coalición entre todas las partes. Tampoco veo a dos sub-coaliciones definitivamente consolidadas.
Lo que percibo es una situación, que pronto llegará a transformarse en una coyuntura política, en donde lo que se juega es una pregunta: ¿cuáles son las afinidades principales y dominantes en las izquierdas? ¿PC-FA? ¿PS-FA? ¿PS-PC? Uso las siglas para simplificar, ya que tras ellas, y junto a ellas, hay una miriada de grupos, grupúsculos (típicamente, “Plataforma Socialista”) y partidos.
-¿Cuál crees que sea el desenlace?
-Nada está jugado. Una parte de la respuesta no será intelectual, sino electoral: el resultado de las elecciones locales de este año determinará quién es quién o, como Barnabás Collins le decía a su mayordomo Willy (según recuerdo), ¿cuántos cuartos son tres cuartos?
Antes de que esta coyuntura se produzca, lo interesante es constatar el proceso de fusión de los partidos del Frente Amplio en un solo partido, así como la reacción a nivel de proyecto político que el Socialismo Democrático generará. Ambas cosas están en curso, mientras que el Partido Comunista tendrá que enfrentar su primera elección interna al sufragio universal: estos tres elementos proporcionarán la respuesta a la pregunta de si Apruebo Dignidad ha dejado de existir (opino que sí) y si otra forma de coalición ya está establecida (opino que no). Veremos.
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“Para Piñera, los desafíos eran siempre de acción y no de comprensión. Y él guiaba la acción […]. Eso facilitaba que la centroderecha descansara mucho en Piñera, pero también que no creciera”, afirma el investigador del IES, Pablo Ortúzar.https://t.co/8ljlE7QVWE
— Ex-Ante (@exantecl) February 14, 2024
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