-Según El País, un bombardeo en un hospital de Gaza causó cientos de muertos. El ejército israelí sostiene que la explosión la causó un misil fallido de la Yihad Islámica. ¿Qué se puede esperar de esta guerra: será larga y demoledora?
-Esta va a ser una guerra larga y difícil. El ataque terrorista de Hamas, del pasado 7 de octubre, tuvo un profundo impacto en Israel y eso no será olvidado. Por lo mismo, ha obligado al gobierno israelí a responder con una prolongada etapa de bombardeos, que son el preámbulo al inicio de una ofensiva terrestre.
En ese contexto, Israel enfrenta los desafíos de acabar con la presencia de Hamas en la Franja de Gaza, intentar el rescate de la mayor cantidad de rehenes posible y tratar de minimizar al máximo el número de bajas civiles palestinas. Todo al mismo tiempo.
Israel tiene una larga experiencia en diferentes tipos de conflictos. Basta recordar las cuatro guerras árabe-israelíes: la de Independencia (1948), la campaña del Canal de Suez (1956), la de Los Seis Días (1967) y la del Yom Kippur (1973). A las que se suman la invasión al Líbano (1982) y las anteriores operaciones militares contra Gaza: Plomo Fundido (2008-2009), Pilar Defensivo (2012), Margen Protector (2014) y Guardián de los Muros (2021).
Sin embargo, toda esa experiencia también demuestra que no se pueden controlar todas las variables. Como se suele decir, “el mapa no es el terreno”. Y eso implica enfrentar escenarios y bajas inesperados, y tener claro que los plazos iniciales suelen ir cambiando en el tiempo.
-¿El ataque al centro sanitario Al Ahli puede cambiar la perspectiva del conflicto?
-Todos los conflictos tienen una dimensión comunicacional que también es clave, en especial cuando se piensa en captar el apoyo de la opinión pública regional y mundial. En ese contexto, el lamentable episodio del centro sanitario Al Ahli debería ser investigado, por ejemplo, por la Unión Europea o algún otro actor ajeno a la zona.
-¿Este conflicto tendrá consecuencias impredecibles y duraderas? ¿Cómo moverá el mapa geopolítico global y cuáles serán sus primeros efectos?
-Los ataques terroristas de Hamas marcaron un antes y un después, tanto para Israel y Palestina, como para el resto de la región. Y, precisamente, por la cantidad de civiles asesinados y la crueldad de Hamas, esto tendrá repercusiones durante años.
Es un hecho que, con este episodio, Hamas demolió cualquier posibilidad de reactivar el diálogo entre israelíes y palestinos, al menos, por los próximos diez o quince años. Va a costar muchísimo recomponer confianzas, tomando en cuenta el sufrimiento de los israelíes y las consecuencias que tendrá para los civiles palestinos el ingreso a Gaza.
-¿No es baladí igualar a Hamas con Palestina?
-Hamas no es Palestina y, por lo mismo, es fundamental que la Autoridad Nacional Palestina recupere su condición de actor político e interlocutor válido ante Israel. El proceso de paz no puede volver a quedar congelado.
A nivel regional, ya fueron suspendidas las negociaciones que buscaban acercar a Arabia Saudita con Israel. Y habrá que ver cómo queda Irán respecto de su apoyo a grupos como Hamas y Hezbolá.
-Biden y el secretario de Estado Antony Blinken han hecho una firme defensa de Israel, mientras China y Rusia han endurecido sus críticas a la reacción de Israel. ¿Este conflicto puede retrotraer la guerra fría?
-Las grandes potencias están buscando la mejor posición para abordar este nuevo conflicto en Medio Oriente. Y en muchos casos, el apoyo a uno u otro bando dependerá de cuánto los beneficie (o perjudique) frente a sus adversarios.
Estados Unidos es el aliado histórico de Israel y lo ha dejado en claro con el despliegue de dos portaaviones con sus respectivos grupos de batalla. Rusia juega a mantener su posición ambigua entre Israel y Palestina, mientras que China -tal vez- vea este conflicto como una nueva oportunidad para fortalecer su capacidad diplomática a nivel mundial. Ya lo intentó con un plan de paz al cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, aunque no logró mayor apoyo. Pero este año logró un gran triunfo diplomático al lograr que Irán y Arabia Saudita reestablecieran relaciones diplomáticas.
En muchos aspectos, se podría decir que el mundo está inmerso en una nueva Guerra Fría, diferente a la de la segunda mitad del siglo XX, con sus propias lógicas, y que involucra a potencias como Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, China e India.
-Han surgido críticas al primer ministro Netanyahu, que por el momento no han escalado, pues Israel está unido en la defensa del país. ¿Cómo se evalúa el manejo del gobierno israelí de este conflicto?
-La opinión pública israelí exige explicaciones de cómo pudo ocurrir el ataque de Hamas, pero primero demanda una respuesta militar contundente y el rescate del mayor número de rehenes en Gaza.
Si hay un número demasiado alto de bajas israelíes durante la ofensiva y/o no se logra recuperar a los rehenes, el juicio de la opinión pública israelí respecto del primer ministro Netanyahu será demoledor.
Además, cuando la actual crisis se estabilice, seguramente se volverá sobre el tema de qué pasó y qué falló. Y, sobre todo, se exigirán responsabilidades. Tal como le ocurrió a la ex primera ministra Golda Meir, que renunció tras la Guerra del Yom Kippur, es altamente probable que Netanyahu sea obligado a presentar su renuncia.
-¿Por qué la inteligencia israelí, reconocida como una de las más sofisticadas del mundo, falló de esta manera?
-La falla de la inteligencia israelí aún es un tema con muchas aristas y que exige un análisis más profundo. Israel subestimó a Hamas, en la medida que, en los últimos años, de manera muy estratégica, este grupo se restó de varias acciones militares contra Israel, dejándole el protagonismo a la Yihad Islámica Palestina. Así, dio la imagen de estar más preocupado de gobernar Gaza y buscar soluciones a las necesidades de sus habitantes. Además, con los millones de dólares que Qatar le entregaba a Hamas, muchos pensaron que la amenaza estaba atenuada.
A lo anterior se suma que Israel apostó por tener una frontera con Gaza muy tecnologizada, con torres llenas de cámaras y sensores de distinto tipo, con un despliegue militar mucho menor del que tenía en Cisjordania. Por eso, lo primero que Hamas hizo fue lanzar más de 2.200 proyectiles sobre Israel con el objetivo de saturar la capacidad de respuesta de su escudo antimisiles: el Domo de Hierro. Eso generó una potente distracción que luego fue aprovechada para destruir con drones las torres de vigilancia electrónica, dejando “ciegas” a las fuerzas israelíes. Una vez que lo lograron, cruzaron en parapentes y ultralivianos, y destruyeron la barrera para permitir el paso de combatientes en motos y otros vehículos.
No es una exageración afirmar que, para Israel, los ataques de Hamas del 7 de octubre equivalen a los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Fueron ataques terroristas sorpresivas, a gran escala y con el objetivo de causar la mayor cantidad de muertes civiles. Su impacto en ambas sociedades perdurará por décadas.
-La estrategia militar de Israel es sumamente compleja. ¿Es viable una ofensiva terrestre y cuáles serías sus costos?
-En términos tácticos, la ofensiva terrestre es totalmente viable. Otra cosa es la dificultad con la que se encuentren. En gran medida, la Franja de Gaza representa una verdadera trampa de 365 km2 en la que las fuerzas israelíes van a ingresar en cualquier momento. Y cuando lo hagan, se enfrentarán a uno de los escenarios bélicos más complejos, que es la guerra urbana.
Tendrán que avanzar por calles estrechas, muchas de ellas cubiertas con los escombros de los edificios derrumbados por los bombardeos, enfrentando trampas explosivas y posiciones fortificadas en balcones o terrazas. Eso, sumado a la ventaja estratégica que le da a Hamas la extensa red de túneles construidos desde hace años en Gaza, que les sirven para moverse sin ser vistos y acopiar armas y municiones.
Además, estamos hablando de un conflicto que enfrenta al ejército más poderoso de Medio Oriente con una milicia terrorista que no usa uniforme, no se rige por las reglas de combate tradicionales ni las Convenciones de Ginebra. Y eso es muy complejo.
-Se ha criticado el bloqueo a Gaza, con miles de refugiados escapando por Rafah, en la frontera con Egipto.
-En la medida que la población civil se acumula en la frontera con Egipto, pero aún no pueden abandonar Gaza, la posibilidad de bajas civiles palestinas es muy alta durante la ofensiva. Y eso generará reacciones a nivel de la comunidad internacional que le pondrán aún más presión al gobierno del premier Netanyahu.
Por eso es tan urgente que Egipto y otros países árabes logren encontrar una solución que permita evacuar a los civiles. De una u otra manera, la crisis humanitaria ya está en desarrollo.
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