Con el país en crisis, resulta alarmante la actitud negacionista del Presidente Boric, que pretende tapar el sol con un dedo, ignorando la precariedad que enfrentan millones de chilenos. Eso queda reflejado en el desalentador balance de la gestión de gobierno en este año que termina.
“La culpa es de los medios”. En días pasados, el presidente Boric se quejó amargamente de los medios de comunicación. Acusó a La Tercera, El Mercurio y La Segunda de preferir malas noticias y ocultar las “muchas buenas noticias que tenemos para dar”. Dijo no “saber cómo siguen leyendo esos diarios, como se queda su corazón después de esto”.
- Para nadie es un misterio que los medios de comunicación no son “neutros” ni tendrían porqué serlo. Tienen sus agendas, se identifican con determinadas corrientes, y buscan influenciar la percepción de la realidad que tiene la opinión pública.
- También es cierto que muchas veces el instrumento más eficaz para influir en el debate público es el titular de la noticia (suele ocurrir que será lo único que las personas leerán).
- Boric no es el primero ni será el último presidente en criticar a los medios. Cuando sucedió lo del Mop-Gate, Ricardo Lagos estaba convencido de que La Tercera lo quería perjudicar (derribar fue el término que usó); y mostró su enfado al motejar al periodista de ese medio que cubría La Moneda como “el señor Fuentes”.
Un balance desalentador. Todo esto ocurría antes de la masificación de internet, de las redes sociales y medios electrónicos, que proporcionan información gratuita. Los diarios que el presidente critica requieren de suscripción pagada y, cuantitativamente, su circulación es baja.
- Pero supongamos que Boric tiene razón, que los periódicos prefieren destacar los desaciertos y no los logros del gobierno. Y que pese a su baja lectoría son cualitativamente muy influyentes en la percepción de las élites y de la opinión pública.
- Lamentablemente, el balance del gobierno es, objetivamente, desalentador. Estamos estancados, la tasa de crecimiento este año será inferior a la de 2022. Lo mismo ocurre con el empleo.
- El ritmo del crecimiento está muy por debajo de nuestras necesidades mínimas para generar empleo. La inversión privada nacional está paralizada.
- Los altos niveles de incertidumbre política y un sistema regulatorio percibido como hostil han ahuyentado a los inversionistas. La inflación y las altas tasas de interés han frenado la reactivación. La meta del 3% del B. Central se ve lejana, sobre todo con un dólar a $1000.
- La tasa de desocupación, en torno al 9%, no refleja el aumento del subempleo y la precarización. Los empleos de muchos trabajadores son informales o de baja remuneración.
- El aumento voluntarista del salario mínimo sin relación con la productividad terminó empujando la informalidad que hoy alcanza al 28% de la fuerza laboral.
- La deuda pública ha alcanzado el 40% del PIB, un límite preocupante. Esto reduce los recursos para invertir en áreas prioritarias como educación, salud e infraestructura.
- Además, las rebajas en la calificación crediticia han encarecido el financiamiento, frenando las posibilidades de reactivación.
- El aumento de la delincuencia y la percepción de inseguridad agravan la sensación de crisis y el narcotráfico sigue avanzando en barrios vulnerables.
“Brote verde”. El gobierno apuesta por soluciones burocráticas cuyos efectos no se verán en mucho tiempo, como la creación del Ministerio de Seguridad Pública.
- En las últimas semanas hemos vuelto a batir el récord de homicidios y el gobierno ha tenido que reconocer el fracaso del plan calles sin violencia
- El único “brote verde” en materia de seguridad pública está en la Araucanía, lo que no es poca cosa.
- Las políticas del gobierno junto con leyes adecuadas y una acción decidida y eficaz de las policías y la fiscalía han logrado controlar un conflicto que parecía inmanejable. Una buena noticia que ha sido destacada por los medios.
- Otro factor que agrava el estancamiento es la demora y politización en la aprobación de proyectos de inversión. El proyecto Dominga y la industria salmonera ilustran cómo decisiones técnicas son subordinadas a disputas ideológicas y presiones de grupos de interés.
- La ausencia de un enfoque equilibrado entre desarrollo económico y sostenibilidad está trabando el empleo en regiones que lo necesitan urgentemente.
- Las trabas burocráticas y la creciente oposición política han frenado la expansión de la industria salmonera. Este sector, clave para el sur de Chile, enfrenta restricciones no siempre justificadas por evidencia técnica.
Sesgo fundamentalista. La obsesión del gobierno por derogar o cambiar la Ley de Pesca tiene a otro sector clave en ascuas. Nunca en Chile una ley que fue aprobada casi por unanimidad en el Congreso había sido objeto de una campaña tan gigantesca de desprestigio.
- Un sesgo fundamentalista en el tema ambiental se traduce en la incapacidad del Estado para actuar como un mediador efectivo entre el desarrollo económico y las preocupaciones ambientales. Eso no solo frena el crecimiento. También envía una señal de incertidumbre a los mercados.
- El clima de negocios en Chile también se ha visto afectado por un aumento sostenido de los costos para el empresariado, lo que reduce la competitividad del país. Tres factores principales han contribuido a esta situación.
- El incremento del salario mínimo, una medida que busca mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, para muchas pequeñas y medianas empresas representa un mayor gasto en un contexto de bajo crecimiento económico.
- La implementación de la jornada laboral de 40 horas, si bien responde a una demanda social histórica, ha generado costos adicionales en capacitación, contratación de personal adicional y adaptación de procesos productivos.
- La Cotización previsional adicional del 6% destinada a fortalecer las pensiones, también implica un costo significativo para los empleadores.
¿Paz Social? Esos son los hechos. En medio de esta crisis, resulta alarmante la actitud negacionista del presidente Gabriel Boric que pretende tapar el sol con un dedo, ignorando la precariedad que enfrentan millones de chilenos.
- Insistir en narrativas triunfalistas sin abordar los problemas estructurales no solo erosiona la credibilidad del gobierno, sino que también profundiza la desconexión entre las autoridades y la ciudadanía
- Para muchos el gran logro del gobierno es haber restablecido la paz social identificada con el fin de las manifestaciones callejeras violentas, lo que sin duda ha ocurrido.
- Pero, hablar de paz social en un contexto de creciente delincuencia es complicado y, en muchos sentidos, contradictorio.
- La paz social no es solo la ausencia de conflictos abiertos; es también la existencia de condiciones que permitan a los ciudadanos vivir sin temor, con confianza en las instituciones y con una percepción de seguridad en su entorno cotidiano.
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