Sin cuestionar los méritos y carisma de la candidata del PC que en el microclima de la primaria de las izquierdas podría resultar triunfadora, no cabe la menor duda de que tal desenlace garantizaría el triunfo de las derechas en la elección presidencial; y no es una deslealtad de la campaña de Carolina Tohá decirlo con todas sus letras, sino la constatación de una realidad. Lo que no significa desconocer que ella también lleva las de perder porque ambas son parte de una coalición que se derrumbó.
“Bolsa de gatos”. Por desgracia, la primaria oficialista se ha transformado en una “bolsa de gatos” plagada de recriminaciones, descalificaciones y resentimientos. Lo que pone en cuestión su capacidad de garantizar la gobernabilidad, independientemente de quien resulte ganadora. Una “casa de vidrio” donde se exhiben todas las fisuras y contradicciones estructurales, los conflictos ideológicos irreconciliables y la falta de una visión compartida.
- Lo que comenzó como una muestra de madurez democrática está terminando, siendo una radiografía incómoda del estado real del oficialismo. Se suponía que la primaria proyectaría unidad, pluralismo y vitalidad. Que sería la confirmación de que la izquierda, encabezada por una alianza consolidada pese a todos sus matices era garantía de gobernabilidad.
- Desde su origen, el oficialismo ha sido un pacto forjado más por necesidad que por convicción. La alianza entre Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático no se construyó sobre una base programática común ni sobre una trayectoria ideológica compartida.
- Nació como una urgencia táctica tras el triunfo inesperado de un inexperto y atónito Gabriel Boric que jamás pensó llegar a La Moneda; y con el objetivo de dar gobernabilidad a un presidente sin mayoría parlamentaria ni redes institucionales consolidadas. Un matrimonio por conveniencia, sellado más por la lógica de la sobrevivencia que por afinidad de principios.
- Durante un tiempo funcionó. El peso del poder, la amenaza externa de una derecha movilizada y los desafíos inmediatos de la administración forzaron una convivencia pragmática. Pero a medida que inexorablemente se acerca que fin y la figura de Boric como líder incuestionado pasa a segundo plano, emergieron con fuerza brutal las desconfianzas larvadas, las diferencias ideológicas no resueltas y las tensiones acumuladas.
El sinceramiento de Tohá. La campaña ha hecho evidente todo eso. Lejos de articular un relato común hacia el futuro, la disputa se ha centrado en el pasado: quién hizo qué, quién fue responsable de los errores de gestión, quién se alineó o se desmarcó en momentos críticos.
- En un ataque de franqueza Tohá cuestionó las credenciales democráticas de la candidata comunista que en este momento aparece liderando las preferencias, poniendo en entredicho el “fairplay” de la primaria; ya que se presume que todos los participantes son demócratas.
- De otro modo no nadie entendería la premisa básica, que consiste en el compromiso de apoyar a quien resulte ganadora y para la ciudadanía, sería incomprensible que Tohá pidiera el voto para una candidata que, según ella, no cree en la democracia y que pertenece a un partido que “donde ha gobernado solo ha traído pobreza y falta de libertad.”
- El “sinceramiento” de Carolina Tohá puede que haya sido para muchos “políticamente incorrecto”, oportunista y hasta contraproducente; pero es una verdad del porte de una catedral, la contradicción vital de la tesis de la unidad de toda la izuqierda sin exclusiones que ahora que se acaba el gobierno está haciendo agua.
- El socialismo democrático defiende la democracia liberal, el pluralismo y la moderación como principios orientadores; mientras que los comunistas desdeñan esos mismos principios, privilegiando lógicas de control ideológico, desconfianza hacia las instituciones republicanas y una retórica de confrontación permanente: además tienen desconfianza hacia el mundo privado y cuestionan el capitalismo.
- No se puede tapar el sol con un dedo. No es viable transformar un matrimonio forzado en un proyecto duradero. Hacerlo implica, en los hechos, normalizar la renuncia a principios esenciales.
Contraste con la derecha. Gobernar con quienes no se comparten convicciones básicas puede ser útil en el corto plazo, pero es insostenible como modelo político. Tarde o temprano, los desacuerdos estratégicos se transforman en quiebres culturales. Y eso es lo que explotó en esta primaria: la constatación de que la coalición gobernante no solo carece de cohesión, sino de una visión compartida de país.
- El contraste con la derecha resulta inevitable. Pese a todas sus tensiones, egos y rivalidades —que las tiene y muchas—, entre Republicanos y Chile Vamos existe al menos una arquitectura programática; compromiso con la economía de mercado, defensa del orden público, un cierto sentido de gradualismo institucional.
- En otras palabras, más allá de las disputas tácticas, hay una coincidencia vital respecto a los pilares del modelo de sociedad que defienden. Esa base compartida les permite competir sin desintegrarse. En cambio, el oficialismo parece enredado en un conflicto más elemental: no saber si sus diferencias son solo de método o de convicciones.
- En este contexto, el problema no es solo quién gane la primaria, sino con qué legitimidad y respaldo llegaría a La Moneda. Ninguno de los cuatro candidatos tiene asegurado el compromiso incondicional del conjunto de la coalición.
- El presidente Boric pudo mantener la lealtad del sector más de izquierda de su coalición, porque él era uno de ellos lo que le permitió arbitrar los conflictos. Esto es especialmente evidente en la relación con el Partido Comunista. Durante el mandato de Boric, el PC fue un socio disciplinado, a veces incluso silencioso, a pesar de su incomodidad con ciertas decisiones del gobierno.
Fantasmas y polarización. Pero el Partido Comunista no quiere volver a ser parte de un gobierno “proto-concertacionista”. Jeannette Jara ya ha dicho que en su gobierno buscará terminar con las AFP. Algo que trasunta una falta de seriedad y voluntad para respetar los compromisos de los cuales ella fue artífice.
- Estanos hablando de quién ha ido de menos a más y que hoy en día aparece como la mejor aspectada en las encuestas. A efectos de esta columna no tiene sentido analizar las causas por las cuales Carolina Tohá, quien tiene la mejor opción de pasar a la segunda vuelta, está en aprietos.
- Chile ha cambiado, y aunque existe malestar con el modelo, también hay temor al salto al vacío. Una candidata comunista enfrentaría no solo la resistencia de la derecha, sino la desconfianza de amplios sectores del centro político y de los votantes moderados que siguen valorando la estabilidad institucional, la economía de mercado y las libertades individuales. Su candidatura despertaría fantasmas provocando una polarización que podría resultar fatal.
El “anticomunismo”. Mucho se habla de “anticomunismo” como un sentimiento irracional, infundado, prejuicioso e indeseable en el debate político. Sin embargo, existe y tiene fundamentos históricos, ideológicos y políticos. Más allá del término, para muchos se trata del rechazo a una ideología decimonónica, totalitaria y que como dijo Tohá en un debate, donde ha gobernado solo ha traído pobreza y falta de libertad.
- Por eso, sin cuestionar los méritos y carisma de la candidata del PC que en el microclima de la primaria de las izquierdas podría resultar triunfadora, no cabe la menor duda de que tal desenlace garantizaría el triunfo de las derechas en la elección presidencial; y no es una deslealtad de la campaña de Carolina Tohá decirlo con todas sus letras, sino la constatación de una realidad. Lo que no significa desconocer que ella también lleva las de perder porque ambas son parte de una coalición que se derrumbó.
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