Para el periodista deportivo las barras bravas chilena aún no llegan al nivel de las de Argentina, donde actúan como brazo o soldados de los grupos narco y criminales. Por lo mismo resulta importante impedir que el “núcleo duro transforme esto en un negocio de la violencia” como ya pasa el país vecino, asegura Guarello, quien publicó este año su libro País Barrabrava.
¿Por qué las barras bravas se involucraron en las protestas a partir del 18 de octubre de 2019?
Porque fueron parte de la sociedad, sobre todo de los estratos más populares. Pero nunca fueron sectores ideologizados o que tuvieran un plan político determinado. Siempre al interior de las barras bravas convivieron distintas ideologías. Por mucho tiempo, incluso, con dominio del pinochetismo, y también gente sin ideología específica. No tenían un modelo de país o de sociedad ni un análisis más profundo de la contingencia. La ideología de la barra siempre va a ser la barra. Cuando hay un momento de tensión social extrema, evidentemente que las barras bravas iban participar, pero nunca fueron motores de esto.
Pero en las protestas llamó la atención que, si bien no había banderas partidarias, sí había banderas chilenas, mapuches y de Colo Colo y la U de Chile. ¿Eso indica la presencia de esas barras?
Pero esas banderas las puede llevar cualquiera. Eso no quiere decir que las barras bravas hayan estado presentes. Se tiende a confundir el hincha con el barrabrava. Las barras bravas tienen estratos: están los periféricos, que son los hinchas normales, que se sienten parte; luego los militantes, que son los piños, grupos más organizados, y el núcleo duro, que siempre actuó con mucha habilidad en los momentos de mayor tensión política, y funcionaban para hegemonizar la marcha en la Plaza Italia, fundamentalmente, tomarse el monumento a Baquedano y transformarlo en un símil del centro de la barra. Y por eso se alternaban las barras, no se juntaron casi nunca. Cuando se juntaron hubo puñaladas, hubo incidentes serios.
¿Cómo se financian las barras bravas?
Hay muchas formas. Les piden plata a los jugadores, reciben plata de los clubes a través de entradas, evidentemente hay tráfico de drogas, pero a menor escala. No es un súper negocio ser barra brava. No se crea que hay una súper estructura delictual. No es así. No es tan simple. Como no son grupos de revolucionarios tampoco son una manga de delincuentes.
¿El narcotráfico no es fundamental en su financiamiento?
Que haya vínculos de barristas con el narcotráfico, eso tiene que ver fundamentalmente con la convivencia en sectores periféricos donde el narcotráfico tiene peso. Pero yo no tengo a esta altura ninguna prueba que las barras sean soldados del narcotráfico ni de la delincuencia común.
¿La vinculación con los grupos narco es a nivel personal?
Sí hay barrabravas que tienen vinculación con el narcotráfico, pero las barras bravas todavía no se transforman simplemente en un grupo narco. No hay pruebas. Ahora, que tienen otras formas ilegales de recaudar, las tienen.
¿Las barras bravas están detrás de los saqueos?
Puede ser que algún piño haya organizado saqueos, pero en general muchos de los saqueos fueron articulados por vecinos y por otros por grupo criminales organizados. Que haya habido gente de las barras que estuvieron ahí también puede ser, pero no es que las barras bravas hayan sido los grandes articuladores de los saqueos.
¿Las barras bravas se reparten los territorios?
Sí, por supuesto. Con rayados. Los marcan.
¿Qué implica esa división de los territorios?
No es el control del territorio. No es que estén cobrándole “peaje” a las personas o una especie de “seguro” al comercio. No va por ahí. En general, lo de la barra brava es una demostración de identidad, de sentirte más hombre, más “bacanes”, más “choros” y decirle al de la otra camiseta que no es hombre. Eso es. A partir de eso hay un grupo que hace un negocio.
¿Los integrantes de los núcleos duros viven de ser barrabrava?
Sí. Hay gente que vive de ser barrabrava, y en distintos niveles. Llego un momento que fue una especie de industria. Pero después las barras entendieron que esto de posar de Don Corleone en los medios, era muy mal negocio. Ahora los liderazgos son “camuflas”.
¿Entonces la situación de las barras bravas en Argentina no tiene mucho que ver con lo que pasa en Chile?
Tiene que ver, pero en Argentina las barras bravas tienen otro desarrollo, mucho más amplio. Ellos han llevado el negocio y la violencia a otra escala. Esa demonización excesiva de que son poco menos que son como Los Zetas o el Cartel del Golfo (ambos de México), no son eso. De la misma manera que esa sacralización infantil y deshonesta de suponer que son grupos conscientes y luchadores, tampoco, por ningún motivo.
¿Qué se debe hacer con las barras bravas? ¿Encauzarlas, reprimirlas, controlarlas, reducir su influencia?
Ellos son una parte de la sociedad y combatirlos frontalmente es una idiotez. Lo que hay que evitar es que esto se transforme… Esto responde a una realidad social. Pero lo que no es aceptable es que haya un núcleo duro que transforme esto en un negocio de la violencia. Es ahí donde se complica todo.
¿Eso no pasa?
Sí, eso ya pasa, pero no a la escala de Argentina.
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