“En Perú la forma cómo se reta al establishment es a través de un outsider antisistema”, señala Carlos Meléndez, politólogo y columnista peruano e investigador de la Universidad Diego Portales, quien hace un paralelo entre la victoria del entonces desconocido Alberto Fujimori sobre Mario Vargas Llosa con lo que está ocurriendo en las elecciones presidenciales peruanas. Con 95% de las actas procesadas, Pedro Castillo tiene 50,22% de los votos y Keiko Fujimori 49,78%,. Hay que esperar el voto rural, el del exterior y de las impugnaciones de las mesas. El voto rural es el fuerte de Castillo, que asoma como favorito y cuya victoria estremece a los mercados.
¿Se puede decir que Keiko Fujimori está perdiendo la elección?
Desde el inicio de la campaña de la segunda vuelta Keiko ha crecido paulatinamente al punto de ponerse en un empate técnico, como estamos viendo en los resultados. Hay que evaluar los resultados a la luz de cómo comienza la campaña de esta segunda vuelta: Keiko Fujimori obtuvo 13% en la primera vuelta y comenzó esa campaña con más de 10 punto de diferencia de Pedro Castillo en los sondeos, y fue remontando. La incertidumbre es si dio el sorpasso o no lo dio. Eso es lo que está por definirse en las próximas horas, pero todo apunta a Castillo.
¿El voto rural es clave para su posible victoria?
El voto rural es importante y es favorable a Castillo. Hay zonas alejadas, sobre todo en la Amazonía, paradójicamente las zonas de los valles cocaleros, que son las zonas donde aún no se ha llegado a tener información relevante en términos estadísticos. Son zonas donde solo hay acceso por río. Esas zonas tienden a tener una favorabilidad por Castillo.
¿Qué tanto pesa el voto de los peruanos en el exterior, que aparentemente favorece a Fujimori?
En teoría, representan un 4% del padrón electoral, pero en la práctica no todos votan. En la primera vuelta electoral votaron uno de cada cinco de los peruanos habilitados para votar en el extranjero. Se espera que se haya doblado ese porcentaje en esta segunda vuelta, por lo que estamos hablando del 2% del electorado nacional.
¿Y qué hay de las actas impugnadas, que también podrían retrasar el resultado definitivo?
Las actas impugnadas son aquellas mesas de votación donde uno de los partidos políticos ha considerado que hay problemas, que tienen que ser verificados por las autoridades electorales. No estamos viendo problemas de votos inválidos sino problemas en la mesa de votación, que pueden poner en disputa el resultado de la mesa total. Por lo que se ha visto, la mayoría de esas mesas impugnadas son de Lima y de Piura, que son, en teoría, regiones que favorecerían a Keiko Fujimori. Es decir, estaríamos en una estrategia de Perú Libre (el partido de Pedro Castillo) para impugnar mesas donde habría ganado Keiko.
¿Cuánto se estima que podría prolongarse la incógnita de quién ganó la elección?
El tema de los votos en las zonas rurales y de los peruanos en el extranjero debería resolverse mañana. Pero las impugnaciones dependen ya de la agilidad de las autoridades electorales, de los jurados electorales especiales. Y eso sí puede tomar unos días adicionales. Si este porcentaje de actas impugnadas no llegase a alterar la diferencia de los votos se puede tener ya un ganador extraoficialmente, a pesar de no haber terminado el conteo de las impugnaciones.
¿Qué paso en 2016, cuando también hubo una demora de días en la definición del ganador entre Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori?
Hubo impugnaciones, pero aparentemente no obedecieron a una estrategia detrás. Es decir, por errores del propio conteo de la mesa hubo impugnaciones de personeros de manera aislada. Este año al parecer ha habido un patrón, en el sentido de que es muy raro que la mayoría de las impugnaciones se concentren en un solo departamento, como Lima. Entonces aquí hay una estrategia detrás y eso parecería que es una novedad.
Esta elección, el hecho de que la segunda vuelta haya sido disputada por dos candidatos con proyectos tan distantes, ¿habla de una crisis en el sistema político peruano?
Los que pasaron a segunda vuelta son dos candidatos que ninguno de ellos llegó al 20% de los votos. Estamos hablando claramente de minicandidatos. La gente, en esta segunda vuelta, no ha votado por ellos por sus méritos o por sus planes de gobierno. Los peruanos hemos votado en contra de los miedos, las animadversiones y los temores que proyectan estos dos dirigentes políticos. Esto ha sido una suerte de puesta a prueba del establishment político. El establishment fundado en la reforma de ajuste y en el consenso de Washington de los años 90 está en decadencia, está resistiendo, pero pueden ser sus últimos días.
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