[Serie especial] El nuevo mapa de los narcos colombianos en Chile: Las operaciones del Clan del Golfo
Carlos Basso
Ex funcionarios del Ejército colombiano, con conocimientos de inteligencia, están próximos a ser llevados a juicio en Arica, por internar casi 700 kilos de drogas. En otra operación, la Armada recuperó 4.2 toneladas de marihuana creepy de un barco a punto de naufragar.
Panorama general. Los viejos y enormes carteles de Medellín y Cali son hoy pasto de documentales, novelas y producciones de streaming. A la caída sucesiva de ambos grupos, en los años 90, siguió el desarme casi total de otros dos grandes poderes en el narcotráfico colombiano. Se trata de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y su némesis de ultraderecha, las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, tras lo cual surgieron decenas de organizaciones más pequeñas, conocidas en Colombia como las Bacrim (Bandas Criminales).
Las drogas que es posible obtener de la coca siguen siendo uno de los principales rubros del narco colombiano. Pero en los últimos años, además, ha asomado con fuerza la marihuana del tipo creepy, que se cultiva en grandes extensiones de la zona del Cauca, en el occidente de Colombia.
La creepy posee mayores concentraciones de Tetrahidrocannabinol (THC), el principio activo de la cannabis y, por ende, tiene mucho más capacidad alucinógena.
Según el último informe del Observatorio del Narcotráfico de la Fiscalía Nacional, en 2017 se comenzó a alertar sobre el ingreso de esta droga a Chile, la cual desplazó totalmente del mercado a la marihuana paraguaya. La creepy posee mayores concentraciones de Tetrahidrocannabinol (THC), el principio activo de la cannabis y, por ende, tiene mucho más capacidad alucinógena.
El mismo reporte explica que mientras la marihuana común posee concentraciones de entre 5 y 7%, la creepy posee entre 15 y 25%.
De todas las bancas criminales, la más grande y peligrosa es el Clan del Golfo, formada en 2008, a partir de varias facciones de las Autodefensas Unidas de Colombia. A tal punto, que cuando fue capturado su líder, Dairo Antonio Úsuga, más conocido como “Otoniel”, en octubre de 2021, el entonces presidente colombiano, Iván Duque, lo comparó con Pablo Escobar y dijo que se trataba del mayor golpe al narcotráfico en décadas.
Un aviso desde la DEA. Como ha sucedido en muchos otros exitosos operativos antidrogas que se han realizado en Chile en los últimos años, el dato de uno de ellos provino a inicios del año pasado de la Drug Enforcement Administration (DEA) estadounidense y llegó al OS-7 de Carabineros y la Fiscalía de Arica.
La información era precisa: cerca de 700 kilos de marihuana tipo creepy, propiedad del Clan del Golfo, viajarían a Chile por vía terrestre.
Se trataba de droga del más alto nivel. Una muestra de la destreza criminal de la organización era que los tambores plásticos que la contenían contaban con un sistema de sellos que solo se podían romper en el país de destino, previo a que los narcotraficantes receptores de ella enviaran una fotografía del sello incólume con una prueba del día, por medio de un diario.
Además, cada paquete de un kilo -aproximadamente- tenía afuera un logotipo estampado, que garantizaba su origen.
Era un negocio muy lucrativo. Cada kilo de dicha droga, puesto en Santiago, puede llegar a valer cerca de 7 mil dólares (unos 5.5 millones de pesos). Vale decir, en el camión transportaban más de cuatro mil millones de pesos.
En coordinación con las autoridades peruanas y la Fiscalía de Arica, apenas el móvil entró al territorio nacional comenzó a ser seguido. A esas alturas el OS-7 de Carabineros había infiltrado un agente encubierto en la organización y gracias a ello se realizó una entrega controlada de la droga en Santiago, luego de que fueran seguidos de manera terrestre y también por medio de drones, por la policía uniformada.
Así, Carabineros decomisó la marihuana desde un vehículo que se encontraba estacionado al interior de un edificio ubicado en calle Merced, en pleno centro de la capital, deteniendo a dos sujetos de origen colombiano. Se trataba de Luis David Polo Beltrán, y Mario Andrés Cortés Oidor, quienes fueron formalizados en Arica, tras lo cual quedaron en prisión preventiva.
El primero de ellos es originario de Bogotá y había llegado en 2021 a Chile, desempeñándose -según dijo a un psicólogo que lo evaluó- como vendedor de verduras.
Residente en uno de los “guettos” verticales de Estación Central, Polo Beltrán fue detenido junto a Mario Cortés Oidor, de 36 años, quien se movilizaba por Santiago en un auto de alta gama, con la patente clonada. En el departamento en que residía, también en Estación Central, el OS-7 encontró otros tres kilos de droga.
Lo que se sabe. Al respecto, el Fiscal Regional de Arica y Parinacota, Mario Carrera, señala que “lo que sabemos de estas dos personas es que efectivamente pertenecen a esa organización, el Clan del Golfo, de Colombia, y que son ex funcionarios militares de ese país y por lo tanto tienen una preparación que evidentemente es más sofisticada”.
Se esperaba que la detención pudiera ser complicada (motivo por el cual el GOPE fue el encargado de ella). Sin embargo, no opusieron mayor resistencia.
Según explica, “cuando caminaban por la calle o cuando se juntaban con algunas de las personas que nosotros teníamos dispuestas para esto, realizaban conductas propias de personas que tienen conocimientos en el trabajo de chequeo o de ir analizando si hay algún tipo de seguimiento”.
En otras palabras, detalla, se trata del uso “de técnicas propias de personas que conocen materias de inteligencia, así es que no cabe duda de que estamos hablando de gente más preparada, más sigilosa, menos llamativa respecto de otros grupos y que por lo tanto son muy difíciles de penetrar”.
Dado lo anterior, se esperaba que la detención pudiera ser complicada (motivo por el cual el GOPE fue el encargado de ella).
Sin embargo, no opusieron mayor resistencia. Cortes Oidor sólo habló una vez, para decir, paradójicamente, que nada diría, lo que se espera se repita en el juicio en su contra suya y de Polo Beltrán, que se debería llevar a cabo a mediados de este año.
“El Bro”. Antes de ello, uno de los primeros antecedentes sobre la actuación del Clan del Golfo en Chile surgió en una investigación efectuada la Brigada Antinarcóticos y contra el Crimen Organizado (Brianco) de la PDI, la cual terminó con el mayor decomiso de marihuana creepy jamás efectuado en Chile: 4.2 toneladas incautadas.
Revise a continuación la galería de imágenes del decomiso:
La historia de dicho decomiso ilustra un asunto que, dice un policía antinarcóticos, es esencial: que los ciudadanos deben entender que detrás de cada gramo de droga que se consume siempre hay una gran banda criminal.
La investigación comenzó con el seguimiento que detectives de Rancagua efectuaban en contra de un narcotraficante de esa ciudad apodado “El Chino”, uno de los “padrinos” de la población Manuel Rodríguez. En las escuchas telefónicas quedó claro que su proveedor era un sujeto de La Serena llamado Manuel Vega, quien había sido detenido en 2013 por el tráfico de 11.7 kilos de pasta base en Rancagua.
Tratando de buscar el origen de la droga, los policías establecieron que el origen de la cadena estaba en Juan Torres Cisternas, más conocido como “Bro”.
Las interceptaciones telefónicas a “Bro” arrojaron un dato llamativo: este hablaba con un colombiano supuestamente llamado Marco Ospina Durán y estaba muy interesado en comprar teléfonos satelitales, así como una lancha a motor, que le permitiera navegar a buena distancia de la costa. La lancha costó 4.5 millones y el motor de 150 HP otros 12.5 millones. También fue adquirida una camioneta Toyota Hilux, para trasladar la droga, combustible y mucho más.
Además, financió la reparación de un camión, que pertenecía a uno de sus asociados chilenos, y compró 80 kilos de pescado.
A esas alturas ya era evidente que Vega y sus adláteres se internarían mar afuera a fin de recibir drogas (el pescado era para taparla) y se sabía también que era mucho lo que esperaban. Habían comprado 33 bidones de plástico, de 60 litros de capacidad cada uno, y la operación era apoyada por tres colombianos que llegaron por tierra: Ospina, Ernesto Pineda Hurtado y Evergito Rengifo Peña.
El Bismark. Recordando al famoso acorazado de bolsillo alemán, el bote que finalmente compró Vega se llamaba “Bismark” y varios sujetos, mandatados por “Bro”, se hicieron a la mar desde caleta Guayacán a fines de 2019, siendo seguidos satelitalmente por la Armada, que estaba trabajando junto a la fiscalía y la PDI. Luego de mantenerse unas cuatro horas detenidos en el mar, a unas 70 millas náuticas de Coquimbo, los narcotraficantes regresaron, solo para ser detenidos por la Brianco.
Fuentes estiman que a partir del fracaso que les significó esta operación es que desecharon la vía marítima y comenzaron a tratar de ingresar la droga vía terrestre.
La Bismark llegó vacía. Los traficantes chilenos no pudieron contactar la lancha con el cual esperaban reunirse en el mar, la Dulce María. Como se establecería después, dicha nave había zarpado más de dos semanas antes desde Guapi, cerca del puerto de Buenaventura, en la zona del Cauca.
Nunca quedó muy claro qué fue lo que sucedió, pero el hecho es que la Armada comenzó a buscar a la Dulce María, la cual fue hallada al día siguiente en pésimas condiciones.
Como varios de los tripulantes colombianos admitieron, se alegraron al ver que eran interceptados por la marina chilena, pues no tenían chalecos salvavidas y el fuerte oleaje había dañado el casco del barco, de fibra de vidrio, el cual estaba fracturado en dos y tenía la embarcación a punto de hundirse. La cárcel parecía mejor opción que eso.
Antes del naufragio, la Armada rescató las 4.2 toneladas de droga y a la tripulación. Una vez arrestados quedó en evidencia la magnitud de la operación. No solo por el volumen de lo incautado, sino por todo el dinero que estaba involucrado. Cinco de los colombianos confesaron en el juicio que a cada uno le pagarían cifras que oscilaban entre 15 y 20 mil dólares por el viaje. En el caso de los chilenos, los “honorarios” partían en los cinco millones de pesos y llegaban a los 10.
En septiembre de 2021 el Tribunal Oral en lo Penal de Rancagua declaró culpables a nueve implicados.
Para varias fuentes policiales no hay duda de que la droga provenía del Clan del Golfo también, tanto por el volumen de la misma, como por la logística y la inversión.
De hecho, las mismas fuentes estiman que a partir del fracaso que les significó esta operación es que desecharon la vía marítima y comenzaron a tratar de ingresar la droga vía terrestre, como ocurrió en el caso relatado inicialmente y otros emprendidos por otros grupos narco con presencia en Chile, como las Disidencias de las FARC y el Cartel de Pereira.
Revise a continuación la galería de imágenes del Bismark:
Consultor e Investigador internacional de Crimen Organizado. Autor de “Un virus entre sombras”. La expansión del crimen organizado y el narcotráfico en Chile.
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