-Hay sectores que son escépticos del proceso y algunos derechamente lo dan por muerto. ¿Cuál es tu visión?
-Llegó la hora de la verdad del proceso. Yo creo que la declaración del consejero del Partido Comunista (Fernando Viveros) de ir en contra en el plebiscito era lo que se venía esperando hace semanas: que el PC se sincerara. Solo se puede llegar a acuerdo con aquellos que están dispuestos a apostar para que este proceso termine bien, no con aquellos que lo quieren dar por muerto.
-El PC ha dicho que tomará la decisión con el oficialismo…
-Como sea, a mí me parece muy buena noticia, quizá una de las mejores noticias, este sinceramiento de la posición del Partido Comunista de ir en contra. Y coincide con la semana más dramática del proceso, la semana en que también la ciudadanía le empezó a poner atención.
-La tendencia hasta ahora es negativa, ¿se puede revertir?
-Lo que vamos a ver ahora es un giro importante en esta historia. Ese giro tiene un punto de inicio en lo que fue la entrevista de Evelyn Matthei. Alguien se atrevió a decir que esto iba mal. A esta altura creo que da un poco lo mismo si la estrategia original de quienes dirigían el Consejo fracasó o no fracasó. Lo que sí está claro es que se necesita una estrategia muy distinta para ganar el plebiscito.
-¿Qué estrategia debería tomar el a favor para dar vuelta el escenario?
-El desafío es lograr un equilibrio donde todas las fuerzas tendrán que entregar algo, para encontrarse en los mínimos comunes. Eso fue posible en el rechazo anterior, donde trabajaron personas que pensaban muy distinto en muchas cosas y que nunca habían trabajado juntos. No veo por qué no pueda repetirse.
En la medida que Amarillos, Demócratas, terminen sumándose a esto, va a cambiar el panorama. Ahora bien, hay que ver qué es lo que se necesita para que se sumen. Para eso es necesario dejar de lado todos aquellos temas que no están zanjados en la sociedad. Y priorizar aquellos que son ampliamente mayoritarios.
-¿Como cuáles?
-El derecho a elegir en educación, en salud, en previsión, está muy arraigado en la ciudadanía y generan amplio apoyo. Yo creo que esa es una columna vertebral, más los temas de seguridad, más los temas de migración, como para poder avanzar en un texto que genere una mayoría que lo apruebe.
-¿Es realista pensar que haya un acuerdo desde republicanos a comunistas?
-Uno tiene que ver los datos. El 42% de las normas han sido aprobadas unánimemente. Es decir, desde comunistas hasta republicanos. Ahora yo no creo que sea suficiente la suma de siglas políticas para lograr el éxito en el plebiscito de diciembre. Lo que sí necesita con urgencia el proceso es volverse ciudadano. Si no se vuelve una Constitución ciudadana, yo creo que se hace imposible la viabilidad política de la propuesta para ser aprobada en diciembre.
-Hasta el presidente Boric dijo que sería bueno un acuerdo lo más amplio posible.
-Yo entiendo que el Presidente debiera haber aprendido la lección de que lo que se espera de él es prescindencia. Recordemos que son las palabras que usó el Contralor cuando lo visitó en el primer plebiscito. No le hizo caso. Ahora igual. Obviamente, como todo ciudadano, él va a tener su opinión, pero lo que no puede tener posición es el gobierno. En eso obviamente tiene que abstenerse.
-Por ejemplo, la UDI, ¿qué estaría dispuesta a transar?
-Hay varias normas que ha planteado la UDI y que la misma UDI le ha quitado los votos. Por ejemplo, la norma que buscaba subir la edad mínima para ser presidente a los 40 años, que algunos sectores de izquierda consideraban que tenía nombre y apellido. Fue la propia UDI la que lo bajó para poder darle una señal a la centroizquierda de que nadie quiere limitar la competencia presidencial y la competencia política.
-¿Las entrevistas de Evelyn Matthei descolocaron al partido?
-Yo creo que ella puso una voz de alerta y fue correcta. Lo incorrecto puede haber sido decir que el proceso no tenía manera de resolverse positivamente. Pero ya el jueves Evelyn Matthei dio señales de que esto puede terminar bien en la medida en que se bajen ciertas normas, se acentúen las que generan unidad y se dejen fuera los elementos que generan discordia en la ciudadanía.
-El tiempo juega en contra…
-Lo que se necesita es que esa voluntad se transforme en un giro y se den señales hacia la ciudadanía potentes. Y el tiempo para que eso ocurra no puede pasar más allá del próximo miércoles. Solo queda una semana para hacer de esta constitución una constitución ciudadana y con opción de ser aprobada en diciembre. Se acabó el tiempo y no hay espacio para más errores.
Un primer paso es sacar todo elemento que pueda presidencializar el resultado. Este proceso es muy complejo, pero algo que le puede poner una lápida es presidencializarlo. Eso sería un error fatal.
-¿Cuáles son los nudos más importantes?
-Hay ciertas normas, que el Partido Republicano empujó, que van a tener que modificarse. Hay ciertas normas que la derecha en su conjunto empujó que también van a tener que modificarse para abrir espacio a que fuerzas independientes, más de centro, de sectores más moderados, se sientan incorporados en la campaña del apruebo.
-Javier Macaya dijo que si fracasa este proceso ya no hay un tercero. Del otro lado, Axel Callís sostuvo que igual va a salir la gente a protestar a la calle si no hay una nueva Constitución.
-Yo soy más realista. Si hay algo que ha hecho difícil este segundo proceso es que no hay interés ciudadano. Si en este segundo proceso el gran problema es que no hay interés ciudadano, no existe la posibilidad de un tercer proceso. Sería ir en contra de la voluntad popular abiertamente.
-Pero también las encuestas dicen que la gente quiere una nueva Constitución, más de 60%.
-Sí, pero no quiere nuevos procesos constitucionales. Esa es la diferencia. Hay muchas personas que al momento de votar en diciembre van a querer ponerle término al proceso constitucional, ponerle término a la controversia constitucional votando a favor y dejando una nueva constitución. Pero para que eso ocurra tiene que ser una Constitución que no genere irritación en la mayoría de los chilenos, sino que genere adhesión, que sea ciudadana. Si fracasa por segunda vez, yo creo eso va a generar de alguna manera la imposibilidad de cualquier proceso futuro.
-¿No te importaría que el que el texto ganara por un estrecho margen?
-Creo que es importante que una Constitución tenga una mayoría amplia. Pero es una elección y se gana con el 50% más uno. Ahora, se habla mucho como estrategia intentar repetir el 62% del rechazo y yo creo que es una meta suficientemente ambiciosa.
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